<
>

Un cambio de ritmo

Los aficionados africanos despidieron al Tricolor después de cuatro partidos Getty

JOHANNESBURGO -- Luego de casi un mes en Sudáfrica pude despertar mucho más tarde de lo habitual. Las tres o cuatro horas de sueño diario se convirtieron en seis, todo un lujo. Pero no había motivos para sentirse bien, de hecho, es el día que menos descansé.

No, nunca me he cortado las venas cuando pierde la selección. De hecho, me he habituado a dejar la pasión de lado. Pero no deja de doler la derrota ante Argentina y molestar que después de tres semanas y dos días de correr cada mañana al Thaba Ya Batswana se rompió el ritmo y lo peor, aquella selección por la que tantas veces cruzaste la ciudad se fue sin siquiera dejar un mensaje colgado en las rejas del lujoso hotel ubicado en una solitaria carretera al sur de Johannnesburgo diciendo al menos: "Nos vemos en Brasil 2014".

Pero cómo esperar que se tuvieran alguna atención, si Aguirre y sus muchachos no fueron capaces ni siquiera de despedirse de maneraa oficial de la afición que los acompañó en sus cuatro partidos y menos aún de los millones que la siguieron desde sus hogares a través de la televisión.

En realidad lo que menos me importa es que se despidan, pero sí más de uno exige que den la cara, como el propio Aguirre lo aseguró el domingo: "No se robaron nada" y yo creo que mentía... pues se robaron las esperanzas de millones.

No sé que es más vergonzoso, si quedarse cuatro veces en la misma instancia, perder dos mundiales consecutivos contra el mismo rival o negarse a dar la cara.

"El problema es que México no tiene nadie que defina", me comentó esta mañana Carlos Bianchi. "Así no se puede ganar nunca".

Cualquiera diría que escribo después de "comer con el enemigo", pero la realidad es que Bianchi analiza al Tricolor de una manera imparcial y no deja dudas sobre las fallas del equipo de Aguirre y su gran problema, aunque tampoco quiere hacer públicos sus comentarios.

"Tocan el balón, se adueñan, pero no tienen definición", me señaló.

Hoy Johannesburgo lucía diferente. Ya no había camisetas verdes en las calles. Los pocos mexicanos que dejarán el país entre lunes y martes aparecían en los centros comerciales y restaurantes con camisetas de Brasil, porque a fin de cuentas es esta selección a la que los mexicanos han adoptado desde 1970.

Los mexicanos en Sudáfrica a fin de cuentas siguen soñando con alzar la Copa FIFA y su favorito sigue en el camino. Mientras que les queda la esperanza que Alemania elimine el sábado a Argentina para que los teutones salven la afrenta porque los discípulos de Aguirre no pudieron alcanzar la revancha.