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El Rey León es mexicano

El león, la leona y el búfalo africano están listos para ser enviados a México ESPNdeportes.com

JOHANNESBURGO -- He visto mucha gente sonreir en Sudáfrica, pero ninguna sonrisa fue tan amplia como la de Samuelson, un vendedor que me atendió en un mercado africano rumbo a Rustemburg, cuando escuchó que era mexicano.

--"Bienvenido Messico"--, me dijo feliz y no era para menos, pues la semana previa había realizado la mejor venta de su vida y fue precisamente con un mexicano, quien pagó casi medio millón de rands, unos 70 mil dólares en unos minutos.

En realidad yo sólo pensaba regatear por algunos collares y otras baratijas, nada comparado con lo que me iban a mostrar.

--"Ven, te enseño--, agregó el vendedor mientras me pedía que lo acompañara a la parte posterior del enorme local en donde podías encontrar infinidad de artículos africanos desde tambores, hasta enormes máscaras, collares, pulseras, fundas para cojines, y mil cosas más, algunas tan inútiles como lo que me mostraría más tarde.

La parte trasera del local era digna de mención, de unos 30 metros de ancho por 20 de fondo y en el que podías ver todas las paredes cubiertas por cabezas de animales africanos. La lista es interminable, desde impalas, ciervos, ñus, el famoso springbok que es el símbolo de Sudáfrica.

En realidad necesitaría una enciclopedia de la fauna africana para poder identificar a todos. Pero había varios inconfundibles, como los grandes mamiferos.

"Este león se lo vendí a un mexicano"-- me mostró el orgulloso Samuelson. Pero la venta no paraba ahí, el león disecado de los 130,000 rands (unos 20,000 dólares) no era la única compra. Aquí debo confesar que dudé de la autenticidad de las piezas de caza. De hecho me asome a la boca y los colmillos si lucen naturales, mientras que toda la garganta estaba rellena con una pasta rojiza.

Junto al león, que estaba montado en una base con una gacela en los pies, estaba otra leona también en su base y a su lado una enorme cabeza de búfalo africano y si... Samuelson me decía orgulloso que las compró el mismo mexicano.

Pero el día de shopping no terminaba ahí. Del otro lado del enorme salón había una jirafa, bueno desde donde inicia el cuello y también tenía la etiqueta de "Ignacio, México".

La compra en total superó el medio millón de rands y quedó pagada por algún mexicano que la verdad prefiero no saber quién era, ni en dónde vive. Tampoco quise saber los detalles de a donde serán embarcados los animales, ni qué casas "adornarán".

La verdad me conformé con inventar que era amigo de ese mexicano y conseguí que en los dos collares y cinco llaveros me hicieran un descuento de 50 rands porque les convencí que muy pronto les enviaría a otro paisano para comprarles otros leones africanos.