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El fin del romance

Soccer City será el último escenario mundialista en apagar sus luces ESPNdeportes.com

JOHANNESBURGO -- Cubrir una Copa Mundial es como meterse de lleno en un romance apasionado. Primero arrancas con el entusiasmo a tope, ves todo lindo y pones de tu parte para que sea el mejor; después pasas a la apatía en donde todo lo ves igual y ya lo único que quieres es que termine; y finalmente cuando termina te das cuenta que fue lo mejor que te ha pasado pero ya no hay vuelta de hoja.

Así ocurre con la mayoría de los que cubrimos un Mundial, unos Juegos Olímpicos o cualquier competencia deportiva que implique estar en un lugar ajeno por varias semanas.

La llegada al evento siempre será increíble. Bajas del avión con el ánimo a tope, queriendo comerte el Mundial de un bocado. Todos se ve increíble, usualmente es una nueva cultura, nuevas comidas, nuevos aromas, todo es brillante y los voluntarios son felices de recibirte.

Y pongo énfasis en los voluntarios porque son ellos quienes hacen los eventos. Ellos llegan de todas partes del mundo, llenan formatos con los comités organizadores, ofreciéndose a ayudar a todos los visitantes en al menos dos idiomas. A cambio, sólo obtendrán acceso a algunos escenarios y un uniforme que deberán cuidar porque va a ser como su segunda piel durante todo el tiempo que dure la competencia.

Los primeros días los voluntarios jamás te niegan una sonrisa, pero poco a poco su gesto se va transformando. Día a día enfrentan infinidad de situaciones que van mermando su ánimo y al igual que los representantes de los medios, pasan a a la segunda etapa del noviazgo en donde lo único que queda es la costumbre, la obligación y el día a día se enfrenta con la esperanza de que esto ya va a terminar.

Esa etapa es en donde el cansancio se acumula y es fácil perder la calma exigiendo el mejor trato, el tener la mejor entrevista, las copias fotostáticas más rápidas.

Y luego arranca la nostalgia. Esta noche en Durban me ha tocado cerrar otra sede de Sudáfrica 2010, y sin temor a equivocarme para mí este era el mejor escenario, un estadio hermoso, moderno, funcional que además tenía el ingrediente de ofrecer el mejor clima.

Ubicado frente al Oceano Índico, el estadio Moses Mabhida era el mejor de esta Copa Mundial, pues aunque quizá no es tan grande como Soccer City en Johannesburgo, tiene un diseño futurista con un arco que lo cruza y que visto desde el aire forma una flecha emulando la bandera sudafricana.

Esta noche se cerró otro escenario Sudafricano y queda preguntarse qué pasará con el Moses Mabhida, como también me lo he preguntado cuando vi apagarse las luces de otros escenarios, empezando por el mítico Ellis Park de Johannesburgo, un sitio en donde los aficionados del rugby siempre le pasaron la factura al soccer y se negaron a llenar sus palcos.

Ellis Park es un escenario con casi un siglo de historia, con sus remodelaciones y reconstrucciones. Pero al final de todo cerró sus puertas y de inmediato el rugby volvió a reinar en este campo.

También vi cerrarse el Peter Mokaba de Polokwane, una moderna instalación construida en la mitad de la nada y que la verdad no extrañaré, pues aunque ahí México venció a Francia, fue el lugar en donde se registró el récord de temperatura más baja, con menos 10 centígrados.

Otro escenario con futuro incierto será el Royal Bafokeng, de Rustenburg. También ubicado en una ciudad con tan pocos habitantes que parece increíble que algún día vuelva a tener una buena entrada.

Y también estuve presente en el cierre del Loftus Versfel de Pretoria, después de que Paraguay venció a Japón, y todavía no terminaban las entrevistas en la zona mixta y en la sala de prensa un ejército ya desmontaba las pantallas.

Desafortunadamente no pude estar en Ciudad del Cabo con su impresionante estadio Green Point, que proyectaba una imponente luz al cielo.

Tampoco fui a Bloemfontein a conocer el Free State; ni a Nelspruit y su Mbombela. Lástima, porque tampoco podré ir el sábado a Port Elizabeth a conocer el estadio Nelson Mandela Bay.

Así que a cuatro días de la final ya sólo espero para apagar la luz el domingo en Soccer City, y cuando se quede en la penumbra seguró lamentaré por no haber aprovechado al máximo cada momento, pero ya no habrá vuelta de hoja porque este romance habrá terminado