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El carisma de Madiba

La esencia de Sudáfrica en el medio de una cancha de fútbol Getty

JOHANNESBURGO -- Sudáfrica quedó a deber en la apertura de su Copa Mundial, pero en la Clausura fue el mundo el que debió descubrirse ante un continente que regresó a sus raíces para, en apenas 28 minutos, sorprender con una ceremonia sencilla pero que no necesitaba nada más para conmover al mundo que la presencia de Nelson Mandela.

Sentado sobre un carro de golf, Madiba cerró la ceremonia de clausura que en realidad no debería llamarse así, pues es ilógico clausurar un evento cuando faltaba el plato principal: el partido por la final.

Vestido totalmente de negro, con un gran abrigo y un enorme gorro de piel, este hombre de 92 años que luchó por terminar con el apartheid recibió el aplauso de pie de todo el estadio mientras daba vuelta en la cancha de Soccer City.

Por un momento se escuchó el grito de Madiba, pero fue demasiado tímido y se extinguió rápidamente, pero lo que no podrá extinguirse es la sonrisa de este hombre que cambió la historia de este país y que se convirtió en un símbolo en la lucha interracial, que salió de la cárcel para convertirse en presidente y que logró abolir el apartheid de las leyes, aunque siga vigente en las mentes de los sudafricanos.

La visita de Madiba al fútbol duró menos de dos minutos, pero dejó una imagen de unidad que quisieran mantener los presidentes de las naciones africanas reunidas en el palco del presidente sudafricano Jacob Zuma, quien por cierto las dos veces que bajó a la cancha al lado de Joseph Blatter, se llevó disimulados abucheos.

Aunque más allá de política, Sudáfrica cerró su Mundial con una ceremonia brillante, llena de colorido y sobre todo de ritmos y bailes, coronados por la colombiana Shakira, que vestida por Roberto Cavalli con un top de colores brillantes con motivos tribales y una falda que combinaba un deshilachado con un animal print, intentaba parecer africana.

Durante todo el mes se escuchó en cada estadio el Waka Waka, pero fue distinto escucharlo con su autora, verla bailarlo y ver a todo un estadio corear por última vez el tema que día y noche se escuchaba por todas partes en las ciudades sudafricanas.

Shakira abrió el espectáculo, pero no llevó el papel principal en una ceremonia en donde brillaron las proyecciones desde la parte alta del estadio a una enorme lona blanca instalada sobre la cancha de Soccer City, en donde los únicos invitados eran bailarines y una manada de elefantes africanos fabricados de hule espuma, que lucían brillantes y amarillos caminando en torno a la proyección de un lago.

La ceremonia se convirtió en un homenaje a las mujeres africanas, quienes han sufrido como pocas los problemas sociales y que sin embargo nunca han perdido la sonrisa y cada día se levantan bailando y compartiendo sus ritmos con el mundo.

Por primera vez durante el mes, se pudo estar en un estadio sin escuchar las vuvuzelas, pues al menos durante la ceremonia de clausura estos instrumentos casi de tortura apagaron sus alaridos para permitir escuchar la música.

Esta noche África le dio la oportunidad a sus músicos de mostrarse al mundo, pues Shakira era la única cantante internacional en una ceremonia en donde también brillaron Ladysmith, Black Mambazo, JOZI, Stoan Seate, Slikour, Zuluboy, Abigail Kubeka, Theo Kgosinkwe y Nianell.

Además tuvieron participación otros africanos, como el flautista Wouter, el nigeriano 2Face, el ghanés Samini y el grupo de música tradicional sudafricana Ihashi Elimhlophe.

Sudáfrica se despidió bajo las luces y su música con una ceremonia que se estima fue vista en 215 países en vivo y que debió tener una audiencia cercana a los 500 millones de espectadores, quienes pudieron ver de qué forma este país les dijo adiós luego de un mes de compartir sus secretos y de girar rápidamente al ritmo del Jabulani.