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Los caprichos de la FIFA

BUENOS AIRES -- Aunque casi todos los deportes han optado por incluir dispositivos tecnológicos para ayudar a los árbitros, evitar polémicas y llegar a una verdad absoluta en cierto tipo de fallos, el fútbol siempre eligió mantenerse al margen de esas innovaciones.

El debate está instalado desde hace varios años y es muy complejo. Hace algunos días, la International Board volvió a decirle no a la tecnología para determinar si una pelota cruzó la línea de gol o no. Ésa es la jugada en la que muchos argumentan que debe implementarse un sistema similar al "Ojo de halcón", que se utiliza en el tenis. En cambio, otros, como la cúpula de la FIFA, creen que el fútbol debe mantenerse como un "deporte cien por ciento humano".

En 1966, Inglaterra se coronó campeona del mundo gracias a un gol que no debió convalidarse. Si en aquel momento el Seleccionado alemán hubiera podido optar por este sistema, otra habría sido la historia. En Sudáfrica, 44 años después, podría repetirse un hecho semejante, porque aún en estos días, la vista del árbitro es el único medio autorizado para tomar una decisión de semejante calibre.

Parece un despropósito que se le dé la espalda a la posibilidad de evitar para siempre irregularidades de este tipo. Está claro que lo que hace hermoso al fútbol es el acierto, pero también el error. Sin embargo, no se puede correr el riesgo de tener un campeón del mundo injusto cuando eso podría evitarse sin ningún inconveniente.

"La tecnología no debe entrar al deporte'', dijo el secretario general Jerome Valcke tras el nuevo rechazo oficial al chip y al Ojo de halcón. Para la dirigencia, los adelantos informáticos son algo así como un demonio.

La IB es el organismo que decide sobre los cambios en el reglamento de todo el planeta y está integrado por las cuatro naciones de Gran Bretaña y por cuatro representantes de la FIFA. Sí, Gales e Irlanda del Norte tienen más votos que toda Latinoamérica, donde el fútbol es casi una religión.

Las tendencias conservadoras nunca dejarán de tener su lugar intocable en todos los órdenes de la vida. El fútbol no escapa a esto y debe sufrir la negativa a mejorar de parte de algunos señores de traje y corbata que pocas veces habrán sufrido la terrible injusticia de un gol que no debió convalidarse.