A partir de esta jornada, el objetivo del Barcelona será centrarse en lograr entrar entre los cuatro primeros clasificados porque pensar en el título ya es una quimera.
El Villarreal, una sola victoria en las siete últimas jornadas, asaltó Montjuïc en una tarde de locos, desesperante e insólita, para expulsar al Barcelona de LaLiga. A partir de esta jornada, el objetivo será centrarse en lograr entrar entre los cuatro primeros clasificados porque pensar en el título ya es una quimera. Guedes empató en el minuto 84 cuando el Barça había remontado, Sorloth anotó el 3-4 en el 98 y en el 100, con el partido acabado, Morales cerró con un 3-5 de locos. Un cuento con final de escándalo en Montjuïc, anulando el árbitro por intervención del VAR un penalti que él mismo había señalado, en el minuto 90, y que le podía haber dado la victoria a un Barça que la necesitaba sin ninguna clase de excusas. Sin sospechar lo que vendría a partir de ahí. Se hablará y discutirá hasta la extenuación del penalti, se recordará el parrido del Real Madrid ante el Almería o, sin ir más lejos, el de Las Palmas que ganó igualmente con polémica. Pero todo ello, aún siendo cierto, no podrá ocultar el desastre de un Barça que solo jugó media hora. La última. Lo de antes fue un desastre, otro. Lo de después, un canto al desespero. Y es que congelado y sin ideas hasta el arrebato que provocó la entrada de Ferran, el equipo de Xavi repite partido a partido unos apagones tan insólitos como imperdonables. Esta vez provocó que la primera mitad fuera una absoluta calamidad en la que apenas la verticalidad y ansia de Lamine Yamal valió la pena en un campeón irreconocible. Tuvo suerte de irse perdiendo solo por 0-1 por cuanto al Villarreal se le anularon dos goles, siendo muy discutido el segundo de ellos instantes antes de que Gerard Moreno dejase en evidencia a un Christensen a quien Xavi señaló directamente en el vestuario, sustituyéndolo por el juvenil Cubarsí. Sin juego, sin futbol, sin ideas y prácticamente sin remate más allá del que hizo Joao Félix y que Jörgensen rechazó a corner. Ese disparo fue, también, la única ocasión en que se dejó ver el portugués, cuyo cambió, rozándose la hora de partido y ya con 0-2 en el marcador, sería la clave para entender el desemboque. Tan inesperado como furioso. Antes, Cancelo había regalado el 0-2 a Ilias Akhomach para que el Barça se fuera despidiendo de LaLiga. Más aún, para empezar a sospechar dramática la pelea por entrar entre los cuatro primeros de la clasificación. Antes de que entrase Ferran el Barça era poco menos que un cadáver. Pero a la que a Xavi se le acabó la paciencia con Joao Félix y le sacó del campo para dar entrada al delantero valenciano, el campeón cambió completamente. En su primera intervención Ferran inició la jugada del 1-2 que marcó Gundogan y participó en el 2-2 consumado por Pedri. Lanzado y afortunado, el Barça se puso por delante aprovechando la ola de euforia. Pero quedaba el desenlace definitivo. El adiós. Del empate de Guedes, señalando otra vez a toda la defensa, al penalti anulado por el VAR. Y de ahí al hundimiento definitivo. Cinco goles encajados, tres días después de que le metiera cuatro el Athletic y al cabo de tres semanas de encajar otros cuatro ante el Madrid. A este Barça no hay por donde cogerlo.
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