Fútbol Americano
Paola Núñez | ESPN Digital 8y

El Real Madrid no encuentra salida para Odegaard y Silva

MADRID -- El Real Madrid está a una semana de quedarse con dos jugadores que no quiere. Aquellos refuerzos para el futuro; los fichajes con prisas del presidente Florentino Pérez. Martin Odegaard y Lucas Silva, de momento en el limbo, pues no están inscritos con el primer equipo ni cuentan para el técnico. Uno sin destino aparente, y el otro, más grave aún, con una posible afección cardiaca.

A principios de 2015, cuando la sanción de FIFA estaba "por caer" (tardó un año más en llegar), Florentino Pérez se apuró a reforzar al Madrid con los jóvenes de "mayor proyección". En un periodo de menos de seis meses gastó 50.5 millones de euros en el fichaje de cuatro jugadores: Marco Asensio (cuatro millones), Danilo (30 millones), Martin Odegaard (2.5 millones) y, el más extraño y apurado de todos, Lucas Silva (14 millones).

Jesús Vallejo cerró las compras 'estratégicas' en agosto de ese mismo año, cuando el Madrid pagó cinco millones al Zaragoza, donde permanecería cedido hasta este verano antes de ir, de nuevo a préstamo, al Eintracht.

Como suele suceder con las compras de pánico, dos de ellos han resultado en sendos fiascos.

Lucas Silva apenas duró seis meses como jugador en forma del Real Madrid, pues nunca logró convencer a su entonces técnico, Carlo Ancelotti. Disputó 424 minutos repartidos en nueve partidos, antes de ir cedido al Olympique de Marsella. Nunca destacó; apenas fue titular en 15 partidos, duró los 90 minutos en el campo en sólo tres ocasiones, y la situación llegó al punto en que el Olympique ya no sabía qué hacer para deshacerse de él. Llegó a estar apartado del equipo, de acuerdo con la prensa francesa, y a partir de febrero desapareció. Sólo jugó en cinco ocasiones. Madrid tampoco veía la hora de quitárselo de encima y lo envió a Lisboa, tan sólo para que fuera devuelto al no pasar las pruebas de esfuerzo del Sporting en julio.

Después de que un medio francés especulara con su posible retiro, el jugador se vio obligado a publicar un comunicado en que afirmaba que "no padezco ninguna anomalía" cardiaca y que no contemplaba el retiro.

Sin embargo, ni el Madrid ha dado razón del jugador, ni ha entrenado -con el primer equipo, el filial o al margen- desde entonces, pues según trascendió, se lo han prohibido hasta que concluyan las pruebas a las que ha sido sometido por el cuerpo médico del club. En el mes y medio que ha transcurrido desde que fuera rechazado por, al parecer, una arritmia ventricular, el club no ha atinado a esclarecer su situación. Será difícil que en una semana le encuentre destino y en caso de que se haga oficial la sanción de la FIFA para los próximos dos mercados, el Madrid se quedará hasta 2018 con un jugador que no quiere.

El caso de Martin Odegaard es menos grave, pero no deja de ser decepcionante. Su rendimiento con el Castilla ha dejado mucho que desear; apenas marcó dos tantos en dos años, jamás fue un jugador determinante y no ha convencido a ninguno de sus técnicos, ni en el filial ni en el primer equipo, donde entrena por contrato.

Desde hacía meses varios equipos españoles se habían interesado en el noruego de 17 años. Se habló del Rayo Vallecano y Getafe, destinos habituales para los jóvenes merengues y que militan esta temporada en Segunda, así como Betis, Real Sociedad o Celta de Vigo, equipos con aspiraciones entre la mitad de la tabla y la permanencia y que, por lo mismo, no despertaron el interés del jugador y su padre.

El Real Madrid por fin le encontró un destino atractivo en el Rennes, pero dada la rigurosidad de la FIFA con el Reglamento para la transferencia de menores, el equipo francés no se quiso arriesgar y frenó la cesión pues no podía asegurarle vivienda y educación como exige la FIFA para transferencias internacionales de jugadores menores de 18 años dentro de la Unión Europea (y hay que recordar que el club merengue está pendiente de que se haga oficial la sanción por irregularidades en la contratación de menores). Al final, Odegaard tendrá que conformarse con jugar en un equipo menor de España, si es que todavía hay quien lo quiera.

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