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La falta de gol condenó al Atlético de Madrid

BARCELONA -- La falta de gol, ese mal crónico del Atlético de Madrid, le ha costado la eliminación en la Copa del Rey.

Otro penal fallado y ya van cinco de los últimos ocho. Esta vez fue Kevin Gameiro, que pocos minutos antes había entrado de cambio como último recurso para dar un empujón a una delantera sin pizca de imaginación o puntería y acabó mandando el balón a las nubes.

Tal vez fue el revés más significativo que sufrió el Atlético de Madrid en el encuentro, pero no el único.

Para entonces el cuadro rojiblanco ya jugaba con diez tras la expulsión a Yannick Carrasco por doble amarilla, el árbitro había anulado un gol perfectamente legal a Antoine Griezmann, y la delantera entera había fallado tantas oportunidades claras como para hacer que esos errores, propios o ajenos, contaran como anecdóticos.

El Atlético necesitaba dos para forzar la prórroga después de que una genialidad de Messi finalizada por Suárez aumentar la ventaja del Barcelona en el global a 3-1, pero sólo logró hacer daño en una ocasión sorprendiendo al contragolpe.

Al Atlético le pasó lo mismo que en la segunda parte de la ida – una escena que se ha visto repetida una y otra vez desde que comenzó la temporada. El Atlético ahoga con la presión. Asedia la portería rival. Crea un sinfín de ocasiones y termina fallándolas casi todas. El juego en la media y en la defensa de los rojiblancos, tan sólido como de costumbre (recuperaron hasta 51 balones), partió al Barcelona, pero de nada le sirvió ya que ha sido la calamidad habitual en el último cuarto de la cancha.

El equipo rojiblanco, que jugaba de inicio con cuatro hombres netamente ofensivos, Gaitán, Carrasco, Fernando Torres y Antoine Griezman, y con Koke repartiendo juego en el centro de la cancha, sólo pudo marcar un tanto gracias a la picardía y enorme talento del ‘7’ francés que sirvió la asistencia perfecta a Gameiro.

Pero, como en la ida, tuvo oportunidades para regalar; hasta 15 disparos (cinco más que el Barcelona). Y si bien hicieron ver su suerte a Cillessen, sólo la tercera parte de sus intentos fueron dirigidos a puerta. Cuatro se fueron desviados, uno se estrelló en el poste y el resto fueron bloqueados por la defensa.

El problema es que se ha vuelto algo habitual para el Atlético de Madrid, que no termina de sacar provecho al potencial que tiene adelante y su falta de puntería cada vez es más notoria. Antoine Griezmann, el máximo goleador del equipo en las últimas tres campañas, apenas suma 15 tantos. Carrasco, quien ha marcado diez tantos hasta el momento, no ve puerta desde el 30 de noviembre, cuando anotó dos tantos al Guijuelo de la Segunda División B en la ida de dieciseisavos de Copa.

Gameiro, que llegó en verano como la alternativa a Diego Costa para acompañar a su compatriota en ataque (muy a pesar de las objeciones del Cholo), sólo ha marcado ocho tantos y es tan escasa la fe que le profesa el técnico, que no ha jugado de inicio en uno solo de los partidos grandes.

Por delante tiene a Fernando Torres, que como el curso pasado, atravesó una larga sequía de 140 días sin marcar hasta el fin de semana pasado que con un doblete llegó a la nada llamativa cantidad de cinco tantos en toda la temporada; menos incluso que su suplente Ángel Correa y apenas uno más que Nico Gaitán, que apenas empieza a aclimatarse al juego del equipo rojiblanco.

El equipo rojiblanco promedia apenas 1.7 goles por encuentro, una producción pobre para un equipo que opta al menos a acabar en la zona de Champions League y un tanto escandalosa si se toma en cuenta que registra una media de 13.1 disparos por encuentro; una efectividad de sólo el 12% de cara a gol. El problema con la escasa producción del Atlético de Madrid de cara a gol ha marcado las últimas tres temporadas rojiblancas, pero esta es la primera vez que directamente le cuesta un par de títulos a estas alturas de la temporada, pues ya antes de que terminara la primera vuelta se había quedado fuera de la contienda por el campeonato de Liga.

El Atlético, que solía romper registros con su efectividad a balón parado, ni siquiera ha hecho gran uso de su antigua arma predilecta. Solo el 11% de los tantos que ha marcado esta temporada han llegado en jugadas de estrategia y el 6% jugadas al contragolpe, ante un 81% en jugada individual.

Y tal vez ahí está el problema; el Atlético que ha empezado a mutar en un equipo atrevido al ataque, no termina de ajustarse para hacer daño a través de llegadas por el centro. Su fuerte sigue estando en la profundidad por las bandas o la contra, pero cada vez lo utilizan menos como recurso.

Pese a todo ello, el técnico Diego Simeone insiste en que su equipo le produce “orgullo” por la manera en que compite.

“Me voy con la sensación de orgullo. Después de cinco años, seguir compitiendo así no es tan fácil. El equipo puso el cuerpo, el hambre, el corazón y jugó con pasión. Nos tocó quedar fuera pero con la cabeza alta. Quedan tres meses fantásticos e igual podamos mantener esto que hicimos contra ellos en el segundo del otro día”, dijo en la rueda de prensa tras el encuentro. Pero también reconoció que “prefería jugar mal y estar en la final”, que es lo que importa.