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Barcelona, un sueño en vías de extinción

La estrepitosa derrota del Barcelona ante el Paris Saint-Germain puso de relieve muchos problemas, demasiados, en un equipo que nos maravilló durante años, que marcó una época y que nos enseñó una forma de entender el futbol que transcendió de manera imperecedera.

Ya no es así, y son las virtudes de Messi, Luis Suárez y Neymar las que salvan a un conjunto que ha perdido su identidad. La hecatombe en el Parque de los Príncipes no fue fruto de la casualidad, y es que aquellos fundamentos de Johan Cruyff, Josep Guardiola y los de una escuela tan prolífica como La Masía llevan tiempo diluyéndose en una sustancia cada vez más insípida.

El juego actual se basa en la verticalidad teledirigida a sus tres atacantes por encima de ese toque, santa y seña, que hilvanaron a la perfección los azulgrana hasta hace bien poco. Los resultados saltan a la vista.

¿Acaso el Barcelona está jugando bien como equipo esta temporada? ¿Qué sucede cuando eliminamos de la ecuación la excelencia del tridente? El Atlético de Madrid, el Betis, la Real Sociedad, el Villarreal, el Athletic de Bilbao… muchos planteles, demasiados, pusieron contra las cuerda al Barça. Eso antes no pasaba tan a menudo. Algunos rivales triunfaron sobre los achaques de calidad del argentino, el uruguayo y el brasilero, y otros se quedaron con la miel en los labios. El conjunto dirigido por Luis Enrique ya estaba en horas bajas a nivel nacional y ha sido en Europa donde el maquillaje de los de arriba se hizo insuficiente. El problema es de calado.

Tarde o temprano, todos los imperios viven su decadencia y todo indica que el Barça está cerca de experimentar la suya. Ya le pasó al Manchester United de Alex Ferguson o al A.C. Milan de Carlo Ancelotti. La condición humana puede ser necia y no aprender de la historia y sus circunferencias.

Todo se repite.

Los de Old Trafford quisieron estirar sus éxitos al máximo y se concentraron más en alargar los contratos de Ryan Giggs (Red Devil hasta los 40 años de edad), Rio Ferdinand (se marchó a los 35 años), Gary Neville (colgó las botas a los 35 años) y Paul Scholes (quien los hizo a los 38 años de edad), que en completar una transición fructífera. El United todavía sigue buscando esa identidad perdida.

El caso de los rossoneri también tiene mucho de esas ansias de perpetuar a sus jugadores más icónicos, de mantener proyectos sin ser capaces de sostenerlos más allá de un grupo específico. Del Milan de Arrigo Sachi a finales de los años ochenta y las varitas de Franco Baresi, Paolo Maldini, Alessandro Costacurta, Mauro Tassotti, Donadoni, Colombo, Carlo Ancelotti, Marco van Vasten y Ruud Gullit se pasó al Milán de Fabio Capello en los 90 y su gesta precisamente ante el Dream Team de Cruyff en la final de la Copa de Europa de 1994. Hasta ahí todo bien.

¿Qué queda del Milan de Carlo Ancelotti? Donde jugadores como Rui Costa, Inzaghi, Andrea Pirlo, Alessandro Nesta, Kaká, Shevchenko se alzaron con otras dos Copas de Europa. No queda nada porque, entre otros factores, la directiva encabezada por Silvio Berlusconi no trabajó en alargar el proyecto con jugadores jóvenes, de calidad, formados u ojeados.

Nadie dijo que fuera fácil perpetuar imperios, sin embargo, el Barça, adalid de las fuerzas básicas, ni está teniendo suerte en integrar a jóvenes capacitados para sustituir a leyendas ya ausentes ni su política de fichajes está siendo fructífera ni sus renovaciones lógicas en algunos casos.

Pongamos en perspectiva.

Dani Alves ya no está y la diferencia es abismal con Sergi Roberto y Alex Vidal. Nadie fue capaz de sustituir a Xavi. Andre Gomes es incomparable, mientras que a Busquets y a Iniesta los años les están pesando. Acaso alguien sustituyó la solidez y el carácter de Puyol en la zaga (¿Umtiti? ¿Mathieu?). La transición de aquellos jugadores a los de ahora no está siendo todo lo fluida que esperaba la directiva y el equipo. La filosofía de antaño y el juego se están viendo perjudicados. Por no hablar de las maneras de un Luis Enrique que en tiempos de bonanza no supo ganarse a la prensa y al que se le intuye un calvario mediático tras el incidente con un periodista de TV3. Para muchos, el director técnico tiene las horas contadas.

Otros fracasos de la directiva encabezada por Josep Maria Bartomeu fueron los de las adquisiciones y las marchas. De los ocho jugadores que fichó el Barcelona desde hace un año y medio, tan solo hay dos que están jugando: Umtiti y Gomes. A Cesc y a Thiago Alcántara se les echa mucho de menos. En el apartado de las renovaciones, Javier Mascherano lo hizo hasta 2018 (tendrá 33 años de edad), Busquets, Suárez y Neymar hasta 2021 (tendrán 32, 34 y 29 años de edad respectivamente). Iniesta, quien tiene 33, lo hará año a año de manera vitalicia. Ter Stegen y Rakitic negocian una renovación por cinco años y todo apunta que la oferta a Messi también tendrá carácter vitalicio.

La época gloriosa donde los campeonatos eran ganados con un futbol incontestable pasó a peor vida y quizás es cuestión de acostumbrarse a otras artes, a esa verticalidad que cada vez usa más Luis Enrique. Demasiado arriesgado ante equipos bien formados.

El riesgo del fin de un ciclo inolvidable es inminente y no llega solamente como resultado de la debacle ante el PSG. Se mascullaba desde hacía tiempo, poco a poco, por lo ‘bajini’, y fue en París, ante un equipo con calidad de Liga de Campeones, donde la MSN-dependencia no se sostuvo por ningún lado, donde el futbol mágico de antaño acabó esfumándose bajo la chistera.