Fútbol Americano
Jordi Blanco | ESPN Digital 7y

Luis Enrique provoca división en un Camp Nou que pita al campeón

BARCELONA -- El Barcelona-Leganés catapultó al plano la división que empieza a contemplarse entre la afición del equipo azulgrana. Pitos disimulados al principio, evidentes después y claros al final dejaron claro el presente de un campeón herido y deprimido.

“Todos hemos intentado hacer lo mejor y lo importante es apoyarnos en fases como esta, después del 4-0 en París. Necesitamos a nuestro público porque ganamos todos juntos y tenemos que estar unidos” respondió a la conclusión Ter Stegen, el mejor del Barça y que verbalizó su disgusto por el poco apoyo de la hinchada. Más aún, criticó esas protestas. Algo que no se veía en el Camp Nou desde hacía mucho tiempo…

 

Luis Enrique fue quien personalizó esta realidad. La Grada de Animación se arrancó a corear su nombre pocos minutos después de comenzar el partido y sus gritos fueron contestados de manera breve por una pequeña parte de los aficionados con pitos.

Pero a medida que transcurrieron los minutos, cada vez que repetían la acción los pitos aumentaron y provocaron que, de acuerdo a lo dicho por un informador de gran calado en el universo azulgrana, Josep Maria Puyal, desde el club se les instara a no volver a animar al entrenador.

Hicieron caso omiso ya en la segunda mitad. Y a su grito la respuesta de desaprobación fue bastante más generalizada, por parte de la mayoría de una hinchada desesperada ante el lamentable espectáculo que se veía en el césped.

Un Barça plano, sin ánimo, sin ritmo, ni combinación ni asociación; sin vértigo ni nervio. Sin remate y salvado por la campana. Un equipo que debe visitar al Atlético de Madrid en el Calderón.

“El público está con nosotros, siempre. Ha sufrido pero yo creo que no hay que darle mucha importancia a eso” solventó Robert Fernández a cuenta de las protestas de la hinchada, entre triste y enfadada en una noche muy desagradable en la que el secretario técnico solo acertó a decir: “Queríamos ganar y hemos ganado”. Un resumen tan simple como vacío.

Resultadismo puro y duro. Sin importar nada más de un equipo totalmente apartado de su íntima filosofía y solo ocupado en intentar tapar la herida abierta en París… Y que, sin embargo, no hizo más que abrirla un poco más.

Con Luis Enrique, sin merecerlo en el fondo, colocado en el primer plano. “Me quedo con la respuesta del equipo y la de la afición que nos ha apoyado. El jugador no necesita pitos, sino apoyos. Como aficionado de un equipo, no tiene sentido silbar a tu propio equipo, sino el apoyo que necesitamos para ser más fuertes. Entiendo que me piten, sí, porque soy el entrenador y después de lo de París lo tengo que aceptar, pero a los jugadores no; necesitan el apoyo” solventó el técnico.

Entre unos y otros, con André Gomes protestado, Luis Enrique silbado, el equipo desaprobado y Ter Stegen contestando a la grada, el Barcelona se adivina perdido en un laberinto.

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