|
BARCELONA -- Messi mantuvo este domingo al Barcelona enganchado a la Liga. Lo hizo transformando con maestría, y bestialidad, un penalti en el minuto 89 que salvó al Barça del desastre… Y sin embargo se quedó frío, inmóvil y ni celebró la victoria. Mala señal la imagen que mostró el líder del Barça. El líder, no del equipo, sino, más aún, el líder de un club mantenido por el vestuario en los últimos tiempos y que dio pie a toda clase de interpretaciones. Leo abrió y cerró la victoria en una noche de cuchillos largos que dejó al descubierto la existencia de una herida en el Camp Nou. Puede pensarse que el crack argentino no celebró nada enfadado por el juego del equipo, puede sospecharse que no lo hizo como respuesta a los reproches de la afición. Y podría, en el peor de los escenarios, interpretarse que no lo hizo porque su futuro, objeto de toda clase de especulaciones, sigue sin solventarse. Publicó este domingo el diario Mundo Deportivo la existencia de contactos entre el padre de la Pulga, Jorge Messi, y Josep María Bartomeu que habrían avanzado en las conversaciones para prorrogar su contrato más allá de junio de 2018. Antes del partido el presidente ni quiso referirse a ello, hablando de “discreción absoluta” en el asunto. Y lo que pasó después en el césped no ayudó precisamente a despejar las incógnitas. A Messi se le ve incómodo como hacía tiempo no se le adivinaba. Se comparó su reacción con la de Mestalla, cuando en el campo del Valencia, también en la parte final del partido, marcó un penalti que le dio la victoria al Barça… Y lo celebró con una rabia inusitada, evidente, con ganas, con una intensidad que este domingo, frente al Leganés, no se vio. Sin levantar los brazos al aire como de costumbre, la reacción de Messi quedó apagada por el abrazo generalizado de sus compañeros, que ocultaron esa visión fría e incómoda. Leo Messi no sonríe y el barcelonismo tiembla. No es para menos.
|
