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BARCELONA -- El FC Barcelona persigue este domingo su séptima victoria consecutiva en el comienzo de Liga para señalar directamente a la marca del Tata Martino y lo hace ante un rival señalado en fechas históricas. Las Palmas acudirá al Camp Nou en pleno referéndum, en el domingo más especial que se recuerda. Fue el equipo canario, en 1978, el rival frente al que Johan Cruyff conquistó su último título oficial como jugador del Barça, la Copa del Rey, y fue el mismo Las Palmas el que se enfrentó al equipo azulgrana en el Camp Nou el 30 de octubre de 1977, la jornada en que por primera vez acudía un presidente de la Generalitat al estadio. El recuerdo de Josep Tarradellas, aquel personaje que unió al catalanismo hace ya cuatro décadas, regresa al plano de sopetón este fin de semana, marcado por un referéndum de independencia en una Cataluña donde se palpa la tensión en todos los rincones y del que no ha podido apartarse el deporte. “No va a ser un partido normal”, se repite de manera incesante, después de días en que llegó a insinuarse que pudiera ser aplazado por las dudas que generaba la seguridad del mismo en un día que en Barcelona será una ciudad tomada por la policía, que en número superior a los 8 mil integrantes intentarán evitar la celebración del referéndum y provocará que el choque quede en un segundo plano. La alegría que supuso en 1977 la presencia de Tarradellas en el Camp Nou es hoy un simple recuerdo lejano. Si el Barça apoyó institucionalmente la celebración del referéndum hace ya semanas, el posicionamiento personal de Gerard Piqué lo ha vuelto a colocar en el disparadero a la vista de toda España y, otra vez, provoca que al fútbol le contamine la política de manera evidente. El Barça busca su séptima victoria enlazada en un inicio de curso que le colocaría ante la visita al Atlético en la siguiente jornada con la oportunidad de igualar el comienzo del Tata Martino y hasta mirar de frente el record absoluto, en poder del Real Madrid con nueve victorias desde 1968. Todo ello en un ambiente, para nada, normal en Barcelona.
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