Al cabo de tres partidos y 85 minutos Cristiano Ronaldo, por fin, vio puerta en la Liga y su gol en Getafe, el que le dio la victoria al Real Madrid, acabó por suponerle al campeón un acelerón, rebajando dos puntos a la ventaja del Barça.
El empate del líder en el Wanda Metropolitano no debería, para nada, considerarse un mal resultado. A la vista del partido, a la vista de la exigencia y a la vista de lo que supone visitar al Atlético, el Barça salió bien librado en el marcador y, también, en su amor propio, por cuanto hizo un partido notable y estando cerca de perder pudo perfectamente ganar.
El Madrid sufrió en Getafe. Le fue un partido incómodo a pesar del excelente gol de Benzema y que no pudo por más que solventar cerca del final por medio de Cristiano Ronaldo, que celebró la diana con rabia tan indisimulada como lógica. Le había costado 355 minutos conseguir un gol que no logró ante Betis, Alavés ni Espanyol… Y que casi vio como el Getafe se añadía a esa lista maldita.
Lógica la alegría final del Madrid y lógica, también, la serenidad con que acogió el Barça el empate en el nuevo estadio del Atlético, después de que Ter Stegen le salvase de entrada y Suárez le despertase de salida. Todo ello entre un principio y final protagonizado por Leo Messi, quien demostró regresar de Ecuador plenamente preparado para seguir liderando al equipo azulgrana.
Hace un año, transcurridas ocho jornadas, el Barça estaba, con 16, dos puntos por debajo de Atlético y Real Madrid. Hoy, líder, aventaja en cinco a los merengues y en seis a los colchoneros. La diferencia, evidente, invita al optimismo en el Camp Nou por más que en el Wanda Metropolitano se dejase los primeros puntos de esta Liga.
El Barcelona de Valverde no igualó el record del Barcelona de Martino, pero futbolísticamente salió reforzado de su visita a un Atlético que le exigió tanto primero como le resistió como buenamente pudo después pidiendo a gritos un final de partido que recibió con alivio Simeone… Y con alegría Zidane.