BARCELONA -- Las elecciones a la Generalitat de Cataluña reafirmaron el clima de división que se vive en la región, donde la victoria fue para un partido unionista, Ciudadanos, pero la mayoría se quedó en manos de los independentistas, que con la suma de tres partidos podrán reeditar una mayoría absoluta en el parlamento.
Carles Puigdemont, presidente depuesto por Mariano Rajoy y que se exilió a Bélgica, saludó los resultados con una indiscutible euforia, proclamando que la independencia había ganado a la monarquía desde Bruselas, mientras en Barcelona la cabeza de lista de Ciudadanos, Inés Arrimadas, era aclamada a gritos de presidenta y del conocido ‘yo soy español’ a gritos.
De los 135 escaños, asientos, en el Parlamento catalán, 70 se cuentan en manos de independentistas, que en voz de Puigdemont dejó clara su fortaleza, junto a ERC y la CUP e invitando a un cuarto partido para alcanzar los 78 diputados y dar un paso adelante.
A partir de aquí… ¿Qué puede ocurrir en el mundo del deporte? ¿Qué futuro tienen los clubes catalanes en la Liga española de fútbol? ¿Cómo quedará la selección? De pronto, hoy por hoy, absolutamente nada va a cambiar. Ni el Barça tiene previsto abandonar la Liga ni la Liga se plantea amenazar la permanencia del Barça.
El deporte profesional, pese a quien pese, se mantendrá a medio y hasta largo plazo al margen de cualquier escenario político. Independentistas y Unionistas, secesionistas y constitucionalistas, están condenados a entenderse o, por lo menos, a trabajar en un mismo escenario, tan complicado como indiscutible.
Un resultado sospechado, que no hace otra cosa que repetir los resultados de las elecciones de 2015, prácticamente calcados en cuanto a la correlación de las fuerzas de uno y otro bando.
Y que mantiene a Cataluña tan dividida como lo estuvo hasta ahora, después de una jornada histórica y que tuvo, incluso, un protagonista inesperado en Manchester, al conocerse la inclusión de Pep Guardiola en un informe de la policía en contra de los independentistas.