Fútbol Americano
Jordi Blanco | ESPN Digital 6y

Ronaldinho, el del Barcelona, permanecerá por siempre

Ronaldinho lo deja. Se retira. O eso es lo que dijo este martes en Brasil su hermano Roberto con un anuncio, "faltaba solo confirmarlo", que golpeó el corazón de cualquier hincha que alguna vez le viera vestido de azulgrana. Fue un anuncio al que respondió el aire que se respira en el Camp Nou con una respuesta clamorosa: No amigo Roberto, usted se equivoca. Ronaldinho, nuestro Ronaldinho, no se retirará nunca.

Sí, claro.

Messi es... Es Messi y huelga cualquier comentario, comparación o elogio fuera de lugar pero Ronaldinho, en

Barcelona, en el Barça, permanecerá como un personaje tan singular como inigualable. Y es por ello que aquellos dientes que sobresalían en su sonrisa, nunca abandonarán el imaginario de un club al que rescató con exuberancia de la depresión.

Deberá pasar una generación, o dos, para que la figura de Ronnie quede en los libros y las imágenes a la altura de lo que fue en su día el Cruyff futbolista, o Kubala o Samitier. Pero, siempre por debajo, claro, de Messi, el brasileño de la eterna sonrisa será para quienes lo disfrutaron el futbolista que les devolvió la fe en este deporte.

Ronaldinho llegó al Camp Nou en plena pesadilla azulgrana. En el verano de 2003 se sumaban cuatro años sin títulos, el Barcelona había terminado la temporada anterior en sexta posición (fuera de Champions) y las elecciones, ganadas por Joan Laporta, evidenciaron una ruptura social con el pasado que amenazó con prolongar lo que se entendía una guerra civil en todos los órdenes.

Pero su sonrisa, su saludo surfero, su frescura y su despreocupación se ganaron el cariño del barcelonismo incluso antes de poner en pie al estadio con su magia. Rosell, en esa época colega de Laporta, jugó sus bazas con maestría y mientras el 'presidente' jugaba a fichar a Beckham, el 'vicepresidente' ataba a Ronnie. Florentino Pérez quedó como el ganador de la batalla al llevarse al inglés y no preocuparse por perder al brasileño. Aquello fue el principio del fin de los galácticos. Y el comienzo de una nueva era.

Está de más, aquí, hacer un resumen pormenorizado de qué hizo Ronaldinho en el Barça. Marcó su primer gol, legendario, en su presentación, en un partido de madrugada frente al Sevilla. Un golazo. Y el último, en plena decadencia, ante el Atlético en el Manzanares con una chilena, también, asombrosa. Pero entre el primero y el último, en esas cinco temporadas que vistió de azulgrana, conquistó algo tan inmaterial como sólido: el corazón del barcelonismo.

Apagado por la grandilocuencia de unos Galácticos que ganaron tres Champions en cinco temporadas, el Barça demandaba a gritos una especie de Mesias, antes de Messi, que le despertase de la pesadilla que fue el inicio de este siglo XXI y Ronaldinho fue el encargado de liderar a un grupo que probablemente ha quedado injustamente apartado del plano por la excelencia que después protagonizó el equipo de Guardiola y que, bajo el mando imperial de Messi se ha mantenido hasta nuestros días.

Pero bajo el manto protector de Rijkaard, con sus cigarrillos y su tranquilidad pasmosa, emergió de las catacumbas un Barça en el que crecieron Xavi, Puyol, Valdés o Iniesta, en el que se hizo estrella Deco, se convirtió en Kaiser Rafa Márquez, fue un depredador Samuel Eto'o y una dinamo Giuly. Y hubo más. Oleguer, Van Bommel, Van Bronckhorst, Belletti, Larsson, Motta...

Fue el Barça al que puso su sonrisa el mismo Ronaldinho que, llegado el momento, supo que su figura quedaría superada por el Messi al que regaló su primera asistencia de gol, cuando él, con el '10' a la espalda, era el gran héroe del Camp Nou.

"Disfruta del fútbol" le aconsejó un día, en pleno camino hacia la despedida. Se fue Rijkaard, llegó Guardiola y Ronnie entendió acabada su etapa en el Barça. En el verano de 2008, se cumplirán de ello 10 años, el brasileño puso dirección a San Siro y dejó atrás ese enamoramiento juvenil que nunca se olvida.

Quizá por eso, cuando Roberto de Assis anunció oficialmente este martes la retirada definitiva de Ronaldinho, alrededor del Camp Nou se escuchó un grito sordo de protesta. El grito del silencio, del tiempo, de los días pasados. Porque las leyendas nunca se retiran. Por eso, disculpen, Ronaldinho no se retirará jamás.

BARCELONA --

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