MADRID -- Sobre la hora y casi de suerte, Cristiano Ronaldo rescató un punto para el Real Madrid en el empate 1-1 ante el Athletic de Bilbao.
Con un balón filtrado a la espalda de la defensa, de esos que aterran al Bernabéu, tuvo el Athletic para causar estragos. Luego está la pesadumbre del cuadro merengue para todo lo relacionado con la Liga.
Zidane se guarda todo para Champions League. La agudeza o el hambre. Y a Casemiro. Sin el brasileño, o Kovacic en su defecto, el equipo merengue deambula sin la menor protección, por mucho que Toni Kroos o Luka Modric quieran darle sentido a su juego.
Sin el ‘14’, el centro de la cancha era tierra de nadie, en el mejor de los casos para el Real Madrid. Del Athletic, en el peor.
Los ‘leones’ ni siquiera necesitaron dominar. Solo un contraataque bien orquestado, y el tino de Williams para ganarle la espalda a Sergio Ramos y con un toque, suave, letal, por encima del ya batido Keylor, para poner el 1-0 antes de llegar al cuarto de hora.
El Madrid no supo contestar.
La defensa vasca, tan sobrepoblada como efectiva, no permitía pasar de los tres cuartos de cancha, ya no digamos una llegada con balón dominado. Y cuando lograban colarse, ahí estaba Kepa. Pagando el intento fallido por ficharle disfrazado de desdén con un espectáculo de vuelos y reflejos para sacar balones imposibles.
Cristiano la buscaba por todos los medios. De cabeza, a bocajarro, de lejos… un travesaño, primero, y Kepa, varias veces después, le aguaba la fiesta.
Eventualmente lo intentó hasta Karim Benzema, que ante la tormenta, dejaba de trabajar en la presión, para buscar la puerta. Para su mala fortuna, sus intentos fueron escasos y ni uno dirigido a puerta. La grada se lo recriminó como suele. Una rechifla cuando en la segunda parte dejó su lugar a Gareth Bale.
También entró Isco para ocupar el lugar de Marco Asensio, que falló las mismas que Karim, pero con licencia.
Para entonces el Athletic se había encerrado en su área. Kepa seguía volando. Pero el Madrid en pleno seguía intentando derribar la puerta – cierto portugués, en particular - y no hay nada más peligroso que Cristiano Ronaldo empecinado en llevarse la noche.
Y, claro está, se salió con la suya. A un minuto del final y robándole la gloria a Modric empujando un balón que ya se dirigía a puerta con el tacón.
Tanto y calma, que al Madrid, a estas alturas, le da igual de donde venga, mientras lo mantenga, mínimo, en camino del gris, pero funcional, tercer lugar.
