Fútbol Americano
Paola Núñez | ESPN Digital 6y

CR7, otro que se va por la puerta de atrás

MADRID -- Cristiano Ronaldo, cuyo nombre fue coreado con más fuerza que cualquiera un fin de semana tras otro por un coro de 80 mil voces en el Santiago Bernabéu, se marcha del Real Madrid en un silencio roto solo por un tremendo portazo... Como es costumbre en Chamartín.

A pesar de ser la máxima estrella que ha vestido la camiseta blanca, no ha logrado romper con la dinámica del club merengue, que desde el regreso de Florentino Pérez a la presidencia en 2009, no ha sabido despedir con honores a sus mitos. Ya sea debido a la edad, diferencias insalvables con la directiva o el cuerpo técnico, o como en su caso, la negativa a ceder a las exigencias de sus estrellas.

Pocos han sido los jugadores del Real Madrid que a su salida han salido bien librados en años recientes, como en el casi excepcional caso de Xabi Alonso, que sorprendió al marcharse, por su propio pie, al Bayern Munich en agosto de 2014, cuando se encontraba en la cima tras conquistar ‘La Décima’ y cuando el club más lo necesitaba.

El resto de jugadores importantes, y en particular los míticos, se han ido de una forma triste. Tras haber disputado “su último partido” sin saber que no volverían a vestir de blanco.

Una de las despedidas más sonadas, por lo que significaba, ha sido la de Raúl.

El gran capitán merengue se marchó, también a los 33 años, después de 16 temporadas y ya convertido leyenda viva, pues fue el primero en superar a Alfredo Di Stéfano como máximo goleador de la institución para dejar un registro de 323 goles. Aunque el final de su reinado se empezó a vislumbrar con la llegada de Cristiano, fue en 2010, cuando José Mourinho tomó las riendas, que sus días como merengue llegaron abruptamente a su final. El técnico no contaba con él y tuvo que buscarse la vida en otro lado. Se fue en pleno verano, tras una escueta despedida organizada al vapor y habiendo jugador su último partido sin saber que no volvería a vestir la camiseta blanca.

Más doloroso le resultó a Iker Casillas. A Raúl le habían enseñado la puerta abrupta, pero educadamente. A su sucesor en la capitanía lo sacaron casi a la fuerza. El portero, producto de la cantera y aún capitán de la selección española de futbol, puso rumbo hacia el Porto en 2015 tras varios años soportando críticas y el escarnio de una fracción de la grada, producto de sus desencuentros con Mourinho.

La directiva, que no gustaba de la división provocada por el arquero, aunado a su bajón de juego, empezó a buscarle “sustituto” en David De Gea (aunque ya tenían a Keylor Navas) y lo empujaron hacia la puerta. Se marchó solo y llorando en una rueda de prensa de emergencia tras un muy escueto acto de “despedida” en pleno verano. Eso sí, Florentino Pérez se encargó de dejar claro en su discurso que Iker se marchaba “porque así lo ha querido”, aunque sus lágrimas dijeran lo contrario.

Y aunque no han tenido el alcance emocional de los dos capitanes, las salidas de estrellas como Gonzalo Higuaín, Ángel Di María o Mesut Ozil han dejado mucho que desear.

Ángel Di María se marchó después de cuatro temporadas en 2014 casi con despecho rumbo al Manchester United después de que el club se negara rotundamente a aumentarle la ficha tras ser clave en la conquista de la Décima y disputar la final del Mundial. Se encargó de dejarlo claro en una sentida carta de despedida que, para disgusto de la directiva, hizo pública en el momento que quedó desvinculado del club.

“Lamentablemente hoy me toca irme, pero quiero dejar claro que ese nunca fue mi deseo. Como cualquier persona que trabaja, siempre he querido progresar”, rezaba en su explicación en la que puntualizaba que “siempre quisieron atribuirme la iniciativa de salir del club, pero no fue así”.

Un año antes, a principios de la temporada 2013, Mesut Ozil también protagonizó una salida un tanto forzada. La llegada de Bale, la preferencia de Carlo Ancelotti por Di María y la insistencia de su padre y representante en que se le aumentara la ficha de los seis a los ocho millones de euros, provocaron que el alemán acabara por buscarse sitio en el Arsenal en una operación exprés y hasta cierto punto sorprendente, ya que dos días antes, había afirmado públicamente que deseaba “quedarse en Madrid”.

Ese mismo verano, Real Madrid traspasó a Gonzalo Higuaín al Nápoles, si bien la operación resultó redonda para el cuadro merengue, que se embolsaba cerca de 37 millones de euros –la venta más cara de la institución hasta entonces.

No hay que olvidar a James Rodríguez, a quien le buscaron acomodo en el Bayern Munich en una cesión con opción a compra tras una serie de desencuentros con Rafa Benítez, primero, y Zinedine Zidane, después, al no contar para el equipo titular.

Ronaldo también se marcha dolido. No logró que la directiva cediera a sus pretensiones económicas, o de un trato propio del “mejor jugador del mundo”, según la prensa portuguesa. El Real Madrid, se queda despechado. Como en casos anteriores, desde las oficinas del Bernabéu se filtra insistentemente en que ha sido Cristiano el que ha querido marcharse al no aceptar las condiciones que le ofrecen. Y encima sin querer dejarlo claro – una véz más – aunque sus agentes lleven un año filtrando a la prensa de su país que ha tomado “una decisión irreversible” de dejar el club.

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