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Arturo Vidal, un 'Rey' que promete

BARCELONA -- Arturo Vidal ha entrado con el pie derecho, como se dice coloquialmente, en el Barçelona.

El chileno apenas suma 10 minutos en el campo, divididos en los dos primeros partidos oficiales del equipo azulgrana, pero su aparición en el Camp Nou, en la recta final del duelo frente al Alavés, provocó una ovación tan inesperada como generalizada por parte de la hinchada, entregada a él antes ya de que pueda responder a la apuesta de su fichaje.

Alejado, en teoría, del glamour futbolístico que puedan ofrecer jugadores de toque sutil y finura estética, al ‘Rey Arturo’ se le presupone la pelea constante y la lucha innegociable. Y el punto diferencial con el que se ha ganado a la afición del Barça apareció a través de la palabra.

“Me voy a dejar la vida en la cancha” proclamó a modo de presentación a su llegada a Barcelona. “Quiero ganar con el Barça la Champions en las tres temporadas de mi contrato. Me dejaré la piel y la vida por ello”, insistió un día después, durante su presentación oficial. Y ese discurso guerrero, ambicioso y desafiante ha calado como pocos en el entorno del club.

Por si fuera poco, Arturo Vidal ha sido presentado entre la sociedad barcelonista como una suerte de enemigo irreconciliable del Real Madrid, enfrentado al club merengue en su etapa como jugador del Bayern que se consideró maltratado arbitralmente en la Champions cuando se las vio con el equipo de la capital.

Y si el carácter luchador es visto con especial simpatía por el público del Barça… El antimadridismo ofrece un plus que multiplica exponencialmente esa buena, magnífica, consideración.

Cuando este sábado, a los 85 minutos, el servicio de megafonía del Camp Nou anunció el ingreso de Vidal en sustitución de Sergio Busquets, la ovación con que respondió la hinchada a la entrada del mediocampista chileno fue atronadora. No precisó tocar un balón, ni mucho menos intervenir en la victoria, para convertirse en secundario de lujo en el estreno del campeón de Liga. De pronto, el Barça ha adoptado a un nuevo hijo pródigo.

ESTRELLAS… DIFERENTES

En la retina cercana permanece el nombre de Javier Mascherano, mediocampista reconvertido en central por Pep Guardiola y cuya raza, entrega sin reservas, le otorgó un papel de legendario que no tiene discusión posible. Nada ni nadie hace sombra a Messi, por supuesto, pero más allá de esa luz futbolística que personaliza el rosarino y que tienen o tuvieron otros señalados como Iniesta, Xavi o Cesc, el papel de Mascherano a ojos de la afición es indiscutible.

Como el de Puyol, obviamente, que se hizo grande a partir de un marcaje tan severo como magnífico a Figo cuando era un jovenzuelo de largos cabellos y dudoso futuro en un equipo del que llegó a ser el capitán y líder espiritual. Antes que ellos, sin embargo, hubo otros casos que explican esta curiosa relación de amor con la hinchada. Históricamente siempre fue así.

El barcelonismo ama a Ronaldinho pero mantiene en el corazón a Van Bommel, a quien una sola temporada de pertenencia le bastó para ganarse el cariño del aficionado. En el Camp Nou se veneró a Ronaldo en paralelo a la entrega que mostró con Popescu y a la vez que en la década de los 80 rendía pleitesía a Schuster consideró innegociable la brega de Víctor o la entrega de Periko Alonso (el padre de Xabi).

Acaso el ejemplo más destacado de esta curiosa relación entre la grada y jugadores de corte luchador lo personalice Johan Neeskens, compatriota apadrinado por Johan Cruyff y cuyo nombre fue coreado en multitud de ocasiones por la afición del Camp Nou cuando alabar de esa manera a un futbolista no era, para nada, tan habitual como en la actualidad.

Neeskens, pundonor, lucha y entrega innegociable, provocó más amor incondicional que compañeros de calidad exquisita como el mismísimo Marcial, que dejó el Barça por la puerta de atrás, penalizado por una ‘fiesta nocturna’ en Madrid después de una derrota sonrojante… En la que también estuvo involucrado el holandés y a quien la directiva no se atrevió a señalar por el ascendente que mantenía entre el público.

Y eso que el recordado ‘Johan II’ aterrizó en Barcelona, en el verano de 1974, con el pie cambiado, discutido por un entorno incomprensible a su fichaje por provocar la salida del equipo del peruano Hugo Sotil, trascendental en la conquista de la Liga la temporada anterior y perjudicado por las leyes de la época, que solo permitían la inscripción dos extranjeros por equipo.

Con el tiempo, no demasiado, Neeskens convirtió las dudas en amor. Sin necesidad de ello, hoy, Arturo Vidal ya lo ha conseguido. Y se antoja muy difícil que el chileno, venerado ya de entrada por el Camp Nou, pierda esa consideración en el futuro cercano.