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Ridículo de campeonato

El Barça no tuvo el ánimo para rematar un partido que se le había puesto franco con el gol de Coutinho. Getty Images

BARCELONA -- Fundido en 68 segundos, los que transcurrieron entre el gol de El Zhar y el de Oscar, el Barcelona transitó de la impotencia al ridículo en Leganés y trasladó (El Barcelona se derrumba en Leganés) al marcador que las críticas existentes por su futbol ni eran exageradas ni mucho menos estaban fuera de lugar.

El equipo de Valverde no tuvo primero el ánimo para rematar un partido que se le había puesto franco con el gol de Coutinho y no tuvo después ni el arrojo ni la claridad ni, tampoco, la frescura para convertir los dos goles locales en una simple anécdota. De mal en peor, en Butarque no se pudo excusar el Barça en el césped como hizo en Valladolid ni ofrecer la remontada de San Sebastián como excusa argumental para sacar del plano una realidad tan triste como incluso obscena.

En toda la historia de la Liga, en toda, 82 años, nunca un colista había sido capaz de remontarle un partido al Barça y desde el 21 de febrero de 2009, cuando el Espanyol ganó (1-2) en el Camp Nou, no había sido derrotado el equipo azulgrana por el último clasificado de la Liga. Hasta Leganés, hasta Butarque, hasta una noche incendiaria que acabó con Busquets reclamando “más solidez” en la zona mixta minutos después de que en la sala de prensa, Ernesto Valverde no fuera capaz de encontrar mejor explicación que recordar que “esto es fútbol y se dan estos accidentes”.

Más que un accidente, alrededor del Barça lo que crece es la sensación de que, más allá de Ter Stegen, el equipo está perdido. Piqué, señalado en el gol de la Real Sociedad, retratado en los dos del Girona y asistente en el segundo del Leganés, personaliza el desastre de una defensa de cristal, que ha encajado siete goles en seis jornadas de Liga y no encuentra.

Por cierto… Se entiende difícil explicar que Valverde, la noche que decidió dar descanso a Jordi Alba, no apostase por un sustituto de su mismo perfil, un lateral como Miranda y colocase a un Vermaelen que fue un auténtico drama, tanto por bajo como por alto.

Sigue un centro del campo en el que el sustento de Busquets se nota tan imprescindible como el veneno de Coutinho… Pero que se derrite entre tanto cambio de piezas y no alcanza cuando la presión rival se desmelena.

Y acaba en un ataque al que los 8 goles marcados al Huesca disimula su déficit, con Luis Suárez en un alarmante momento de forma, un Dembélé que oculta con sus goles su deficiente juego colectivo y hasta es capaz de señalar a Messi, al que ocuparse de todo, de todo, acaba perjudicando de mala manera.

El Barça hizo en Leganés un ridículo de campeonato porque perdió frente a un colista que no había sido capaz ganar un partido en las cinco jornadas anteriores… Pero a fin de cuentas lo que hizo fue trasladar al marcador unas sensaciones que ya se habían mostrado.

Un desastre en toda regla.