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BARCELONA -- De pronto la urgencia llama a la puerta del Barcelona. Perdidos cinco puntos en las dos últimas jornadas de Liga, la visita del Athletic, que perdió los 13 últimos años consecutivamente en el Camp Nou, se convierte este sábado en una auténtica prueba de fuego para un Barça al que los resultados han acabado desnudando y un tercer tropiezo consecutivo, en puertas del viaje a Londres para medirse al Tottenham en Champions, provocaría un auténtico cataclismo en el club azulgrana. Hace apenas una semana, en la previa del derbi catalán frente al Girona, a Valverde se le preguntaba por la renovación de su contrato; un día después de la derrota en Leganés la figura del entrenador está cuestionada como lo estuvo tras el desastre nunca olvidado de Roma y si en los días previos de la final de Copa de la pasada campaña frente al Alavés se especuló (negado desde el club sin demasiado ímpetu) con que el futuro del técnico estaba en el aire, la situación comienza a verse similar alrededor del vestuario. El sistema de rotaciones y rectificaciones sobre la marcha de Valverde, visto en los partidos de Real Sociedad, Girona y Leganés han puesto el foco sobre una plantilla en la que los roles se han disparado de manera evidente, quedando muy claro que los titulares son muy titulares y los suplentes, el llamado fondo de armario, muy secundarios. Señalados consecutivamente, Rafinha, Arthur, Arturo Vidal, Munir y Vermaelen, la aparición en el escenario del Athletic de Berizzo, capaz a través de su ímpetu de plantar cara y arrancar un empate al Real Madrid en San Mamés (aunque llega al Camp Nou con el lastre del 0-3 frente al Villarreal), provoca la apuesta de que por más que el miércoles siguiente el Barça se juegue el liderato continental ante el Tottenham las concesiones en el once inicial van a ser mínimas. Se presupone la presencia de Lenglet en el centro de la zaga junto a Piqué porque Umtiti (ya sancionado en Europa) sufre una lesión que se teme grave en la rodilla, pero más allá de esa variación, la alineación parece cantada, con los intocables en el primer plano y la obligación de recuperar a toda prisa en el marcador y, también, en un juego que no ha respondido a lo esperado.
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