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Para Diego Simeone se hace imperioso "pensar en grande"

El Atlético de Madrid tiene esta semana una gran oportunidad de dar un golpe en la mesa y sentenciar su clasificación a la siguiente ronda de la Champions League.

Ante el Mónaco de Radamel Falcao, héroe de la historia contemporánea del club, el Atlético de Madrid quiere finiquitar su paso a una fase de la que venía siendo asiduo hasta que su progresión se cortó en seco el año pasado. Para ello, ante un Mónaco venido a menos, el Atlético de Madrid deberá dar un paso al frente y demostrar todo el fútbol que acumulan sus jugadores.

Porque el club colchonero compite como ninguno, sin duda, pero en muchas ocasiones el pragmatismo de su entrenador, el laureado Diego Pablo Simeone, acaba por convertirse en racanería. Y ese tick que lleva al entrenador a dar un paso atrás cuando a lo mejor tiene todas las armas para darlo hacia adelante le ha costado mucho a su equipo en los últimos tiempos.

El equipo ha invertido más de 200 millones de euros en dos años para crear un equipo que pueda pelear de tú a tú con cualquiera del continente, y la rabia en vena que imprime El Cholo a sus hombres viene de maravillas cuando las cosas se tuercen, pero ha habido momentos que el equipo colchonero ha necesitado un guiño de confianza de su entrenador, una carantoña que diera a entender a sus jugadores que irse al ataque sin miedo a represalias --pero ese gesto no ha llegado.

Así, el equipo se despidió de la Champions League en 2015 en Milan, ante el Real Madrid, cuando el equipo colchonero tuvo a los madridistas a su merced en la segunda parte pero El Cholo apostó por amarrar atrás con Thomas en lugar de buscar el arrojo para sellar la victoria con Ángel Correa ante una defensa merengue desecha por las contracturas. Luego ya saben: penaltis y la duodécima para el Real Madrid.

Lo mismo se puede decir del fin de semana pasado contra el FC Barcelona. El partido se jugaba donde quería Simeone. 0-0 y Messi anulado, pero el gol de Diego Costa, lejos de agitar a los suyos, los confundió. El equipo dio un paso atrás, dejó de morder, y acabó por conceder un empate a tres minutos del final.

Nunca sabremos qué hubiera pasado si con el Barça noqueado los del Cholo hubieran tocado a arrebato y hubieran ido a por el partido de cara. Y no lo sabremos por Simeone no suele dar esas licencias a sus jugadores, porque de lo que no cabe duda es que futbolistas de calidad le sobran en estos momentos al estratega argentino.

Simeone ha montado un equipo espectacular, con jugones de gran calidad en el mediocampo, como Rodri, Koke, Saúl y Lemar, además de dos de los mejores delanteros de Europa. Sin embargo él sigue encerrado en su filosofía del “partido a partido”, del vale más guardar la ropa que nadar, y así el equipo se achica a cada paso que da.

Ha llegado el momento de que Simeone varíe su modelo y dé --no digamos ya rienda suelta-- algo de carrete a sus hombres para que así puedan explotar el tremendo potencial que tienen.

Quizás el partido de la Champions League ante el Mónaco es el momento justo para probarlo.