Fútbol Americano
Jordi Blanco | ESPN Digital 5y

Pelé, el otro enemigo del Espanyol

Hace poco más de un mes el Espanyol se relamía los labios soñando con el liderato. El Valladolid se lo impidió en Pucela, en el último suspiro y el Sevilla volvió a evitarlo en el Pizjuán. El equipo blanquiazul, sin embargo, gustaba por la apuesta de Rubi, imponiendo el futbol de toque y aparcando las estrecheces futbolísticas del pasado… Hasta que todo se derrumbó.

Fue a jugar el derbi días después de que a Pelé no se le ocurriera nada mejor que minimizar la grandeza futbolística de Leo Messi. Que si sólo sabe marcar con una pierna, que si no sabe rematar de cabeza, que si esto, que si lo otro… Y Leo, en silencio, sin abrir la boca, le respondió donde mejor sabe hablar: en el césped. Lideró a un Barça magnífico y dejó las cosas claras.

El Barça pasó por encima del Espanyol en una auténtica exhibición, en un aplastamiento, que no fue más que la continuación de la caída periquita que comenzó aquella noche de Sevilla, cuando el equipo de Machín le remontó, y que dio paso a una caída de la que no parece recuperarse el equipo.

Después de ganar los cinco partidos ligueros disputados como local, el mejor de la Liga, el Girona de Eusebio le vapuleó y a esa derrota siguió un incontestable 3-0 encajado en Getafe que despertó del sueño a un equipo agarrado aún a los primeros puestos pero ya alejado de la alegría anterior. Y espeando al derbi para renacer, la puntilla del Barça fue hasta cruel.

Por no haber no hubo ni discusión posible. Los jugadores del Espanyol, todo corazón, corrieron detrás de la pelota sin ninguna posibilidad de discutirle el mando a un rival que hizo lo que quiso, que marcó cuatro goles pudiendo ser, sin exagerar, hasta siete, salvado ese horror que habría sido histórico por Diego López y los postes en una primera mitad arrolladora.

El Barça ganó por 0-4 porque reservó fuerzas en la segunda parte después del 0-3 con que cerró el primer acto. Solamente, a través de Messi, claro, volvió a golpear cuando el Espanyol intentó resurgir. Y a partir del 0-4 dejó pasar los minutos sin más hasta un final tranquilo, calmado y hasta un punto desangelado.

Al Espanyol le golpeó hasta el VAR, que anuló un gol de Oscar Duarte como colofón a una jornada maldita. La que había empezado días antes un tal Pelé, en su momento el Rey del futbol y a quien no se le ocurrió nada mejor que rebajar la trascendencia de un tal Leo Messi.

De Messi no se duda. Y a Messi, ahí estuvo la respuesta, no se le minimiza…

^ Al Inicio ^