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En el Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone tiene tal estatus de mito y semidiós, que ni siquiera después de perder en casa ante el Real Madrid alguién se ha parado a cuestionar sus métodos. Las excusas, o razones, se han repetido hasta la saciedad: la diferencia de presupuestos, los árbitros, el VAR, las influencias del Real Madrid en la federación, la plantilla corta, las bajas y un largo etcétera de puntualidades que, a buen seguro, mucho tuvieron que ver con la derrota 1-3 a manos del gran rival de siempre. Pero de momento nadie apunta hacia Simeone, y algo de culpa también tendrá el máximo responsable deportivo del equipo. El técnico argentino ha logrado hacer un gran equipo a su imagen y semejanza. En el club le han dado todo lo que siempre ha pedido hasta el punto de haber sido capaz de mantener en el equipo esta temporada a jugadores clave como Jan Oblak o Antoine Griezmann. Sin embargo, algo está fallando en los últimos tiempos cuando un equipo construido para ganar la Champions League entra en febrero y ya está eliminado de la Copa del Rey, despidiéndose de La Liga y agarrado a un hipotética clasificación a cuartos de final del torneo continental por encima de la Juventus. Simeone reconoció que el derbi se perdió porque el rival fue mejor y no quiso atarse a las excusas de siempre, que antes hemos listado. Eso le honra, sin duda, pero falta saber cual es el plan que pretende poner en liza para revertir la situación. Cierto es que las lesiones se han cebado con el equipo y que, por ejemplo, no poder contar con Bruno y Koke en el mediocampo ante el Real Madrid es un handicap bastante alto. Pero no es menos cierto que el técnico podía haber resguardado al equipo de alguna manera y no lo hizo, abocando a los suyos al fracaso. Que un equipo de Simeone regale el mediocampo ante un rival directo, jugando prácticamente con un 4-2-4 es algo insólito, pero ocurrió ante el Real Madrid. Quizás el Cholo pensó que con Thomas Lemar y Ángel Correa en las bandas su equipo acuchillaría la defensa blanca constantemente obligando a los merengues ha retroceder y brindar el balón a sus jugadores. Quién sabe. Lo cierto es que la jugado no funcionó y el equipo se vio completamente sobrepasado y, lo que es peor, confundido sobre el campo de juego por el eterno rival. Por eso el Cholo debe replantearse la situación y volver a sus inicios de manera inmediata. Más allá de la inversión que se hizo en verano, el Atlético de Madrid no se puede permitir seguir desvirtuando su estilo si con ello el equipo sufre y se deja puntos clave en los partidos importantes. Amarrar el mediocampo, si es con cuatro todocampistas (Bruno, Koke, Saúl, Thomas) mejor que mejor, dejar la responsabilidad goleadora a dos especialistas como Griezmann y Morata, e intentar que su defensa vuelva a convertirse en un verdadero bastión impenetrable, base sobre la que edificar victorias. Ese debería ser el enfoque del Cholo Simeone en las próximas semanas. Llegados a este punto, ya ha quedado claro que cualquier riesgo táctico acaba costándole muchísimo a un equipo al cual Simeone lleva siete años convenciendo que vale más amarrar una victoria por 1-0 que morir con florituras en busca de más goles que pongan en peligro la victoria. Por lo tanto, quizás sea momento de dejarse de experimentos y en cuanto las lesiones lo permitan, volver a unos inicios que llenaron a técnico y club de gloria.
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