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Messi: "Queda mucho, pero era importante mantener las distancias"

BARCELONA -- “Nosotros no tiramos ninguna competición, va a ser complicadísimo el miércoles porque es ante el Madrid, pero estamos a un paso de una final y vamos a por todo”. Lionel Messi, en declaraciones a BeIN Sports, en el mismo césped del Sánchez Pizjuán, proclamó, feliz, que el Barcelona no puede “para nada” sentirse campeón de Liga pero reconociendo que la victoria ante el Sevilla “es un paso importantísimo” avisó que su equipo peleará “con todo” el miércoles en el Bernabéu por conquistar la final de Copa.

Messi padeció y disfrutó en Sevilla. Pero, por encima de todo, lideró con una magnificencia descomunal el triunfo de un Barça que estuvo cerca de la derrota, cerca de devolverle una pizca de duda a la Liga pero que acabó llevándose un triunfo extraordinario.

“No, no es media Liga pero era importantísimo ganar, porque cada vez se hace más difícil cuando llega el final y nunca es fácil hacerlo aquí” resolvió el capitán azulgrana, quien, sincero y firme en su discurso, reconoció que el Barça no llegó con las mejores sensaciones al Pizjuán porque “veníamos de una racha en la que no hicimos nuestro mejor fútbol... En la temporada pasas rachas así, pero hoy volvimos a ser nosotros”.

Una frase, esta última, muy amable, acaso excesiva, para el juego colectivo de un Barça que redondeó una primera mitad muy alejada de su propia personalidad, marcada por un juego sin ton ni son en el medio campo, sin que apareciera Coutinho y sin que se impusiera Arturo Vidal. Reaccionó el entrenador con los cambios en el descanso y después… Sí despertó el equipo. Al son del capitán, obviamente.

“Es un triunfo muy importante, un gran paso adelante, pero queda aún mucho” repitió Messi, autor de 36 goles en 37 partidos disputados contra el Sevilla y que se echó al equipo a la espalda cuando más se le necesitó. Y le sigue necesitando cuando llega “una semana durísima” tal y como calificó la doble visita al Bernabéu, buscando primero la final de Copa y persiguiendo después lo que podría considerarse un golpe definitivo, o casi, a la Liga.

Impresionante en todas las facetas, trigoleador y asistente, Messi acudió al Sánchez Pizjuán sin reservas. Miró, estudió al rival y a las propias deficiencias de su equipo en la primera mitad para, después, mejor apoyado por Dembélé de lo que lo estuvo en el primer acto, sentenció.

Definió Messi y sonrió el Barça.