Fútbol Americano
Jordi Blanco, ESPN Digital 5y

Luis Suárez destroza la noche de Antoine Griezmann

“Hasta el minuto 40 de la segunda parte se mantuvo el partido abierto… Nos faltó tenerla, pero estuvimos” afirmó Diego Simeone en la sala de prensa, al acabar un partido en el que su equipo, plantando cara al Barça, fue incapaz de rematar entre palos hasta el minuto 60, en una falta de Griezmann que atajó sin más dificultades Ter Stegen. Griezmann, el personaje, el jugador señalado, que no superó la prueba. Y a quien la hinchada del Camp Nou mostró su opinión contraria al fichaje.

Acabó en nada, y aún gracias a la actuación soberbia de Oblak, que evitó que el Atlético se entregase mucho antes en el marcador, hasta que Suárez, cuando el 0-0 se aventuraba definitivo, rompió la red colchonera para sentenciar el partido y la Liga.

A Suárez se le busca un sucesor sin atender que su impacto en el juego del Barça sigue siendo indiscutible y mayúsculo. Se estrelló ante el portero esloveno hasta en tres ocasiones provocando que ello apartase del plano su excelente trabajo en la presión, en el desdoble y la combinación. Hasta que al final encontró el premio del gol. Un golazo que vale un campeonato, por más que Messi, a continuación, diera el golpe definitivo.

ESPERANDO A GRIEZMANN

¿Y Griezmann? Poco, muy poco. Silbado tímidamente al comienzo, no intervino hasta el minuto 7, cuando parecía que la hinchada azulgrana había solventado ignorarle. Bien colocado entre líneas, esperando un balón para escapar a la carrera, el buen posicionamiento del mediocampo azulgrana le maniató y llegó, en ocasiones, a aburrirle, evitando que entrase en juego y convirtiéndole en apenas un espectador deprimido por su poca, casi nula, trascendencia.

Poco a poco se fue buscando la vida, removiéndose y buscando el protagonismo que, entonces sí, despertó a la grada y mostró que la mayoría del Camp Nou ni ha olvidado el plantón del verano de 2018 ni está dispuesta a perdonarle. Silbado con mayor énfasis y hasta insultado por parte de la hinchada, Griezmann no hizo intervenir a Ter Stegen hasta pasada la hora de partido con el lanzamiento de una falta que atajó sin más el meta azulgrana.

Y a partir de ahí, cada vez más obligado por la urgencia, intentó, casi siempre sin éxito, revolucionarse. No lo consiguió apenas nunca. Un par de regates y más pérdidas, atrapado y perdido, acabó el partido sin dar casi señales de esa grandeza que se le supone, que en primera persona ha llegado a reclamar alguna vez y que en el Camp Nou no se vio.

Trece visitas y cero goles. Trece visitas y cero victorias. Trece visitas y cero exhibiciones. Puede que el Barça quiera ficharle pero, desde luego, si lo hace no será por sus actuaciones en un estadio que dejó claro que no le quiere y en el que no estuvo, una vez más, a la altura.

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