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El Barcelona vuelve a Sevilla, recuerdo de una pesadilla eterna

BARCELONA -- El Barcelona vuelve a Sevilla a jugar una final, la tercera en su historia después de ganar una en 1925 y perder otra, LA DERROTA MÁS DURA, en 1986. No jugará en el Sánchez Pizjuán, pero nada ni nadie puede enterrar aquel recuerdo. El de la pesadilla eterna.

El 7 de mayo de 1986, tres semanas después de que la Quinta del Buitre ofreciera al Real Madrid la primera de las cinco ligas que conquistó consecutivamente, el barcelonismo en pleno se citó en Sevilla. Once días antes el Barça había perdido la final de la Copa del Rey en el Calderón (1-0) ante el Zaragoza del Principito Sosa pero ni el alumbramiento que se adivinaba en el Bernabéu ni los rumores del mal ambiente que se respiraba en el Camp Nou ocupaba a una hinchada centrada, solo, en hacer historia.

Se viajó, en masa, a la capital andaluza a recoger la primera Copa de Europa de la historia sin atender a nada más. Era imposible, im-po-si-ble, no ganar a aquel simpático pero inferior Steaua de Bucarest… Y la realidad le propinó un puñetazo que aún duele en el Camp Nou. Que todavía evoca un recuerdo de pesadilla.

El ‘¿Dónde estabas el día que se perdió en Sevilla?’ permanece en el imaginario de un club tan acostumbrado a ganar en los últimos años que los títulos los descuenta más allá de sumarlos y que regresa 33 años después a una ciudad que le recibirá con tanto calor como especulaciones de todo tipo atendiendo a lo que pueda suceder en la final contra el Valencia.

El estadio Benito Villamarín acoge este sábado la primera final de su historia en la que será tercera en Sevilla, después de que en 2001 el Zaragoza venciera por 3-1 al Celta en La Cartuja y en 1925 el Barça, que también ganó en esta ciudad, se impusiera al Arenas de Getxo por 2-0 en el viejo estadio de La Reina Victoria.

LUCES... Y UNA SOMBRA
Porque el Barcelona, sin olvidar aquella fatídica noche de 1986, sin enterrar, nunca, al maldito Duckadam, también saboreó el éxito en la capital andaluza. De hecho, aquel título de 1925 fue el sexto en el palmarés de un Barça que este sábado persigue el número 31 ante el Valencia, ganador de siete trofeos y que, reencontrándose al cabo de 48 años, descubre que su hambre de gloria se enfrentará a un rival tan herido en la moral como endurecido en el campo.

Y que fuera de Madrid y Valencia, sedes más habituales para las finales de Copa que ha disputado, solamente perdió una de las nueve que jugó entre 1920 y 2015. Fue la que disputó en Zaragoza, en 1996, frente al Atlético de Madrid de radomir Antic, que le ganó con un solitario gol de Pantic camino al doblete que conseguiría aquel curso y que terminó por provocar la caída de Johan Cruyff en el Barça.

En 2015 venció por 3-1 al Athletic de Bilbao (dirigido por Valverde) en el mismo Camp Nou en el que logró también el título en 1963 ganando por 3-1 al Zaragoza, ciudad que acogió una de las finales míticas del pasado siglo, la de 1983 y que, en La Romareda, concluyó con un legendario 2-1, vuelo de Marcos y butifarras de Schuster, sobre el Real Madrid.

Antes, en 1920 derrotó en Gijón al Athletic por 2-0, por 5-1 aplastó al Real Unión en 1922 en Vigo, a la Real Sociedad le ganó por 3-1 en Santander en 1928 y en 1957, en el estadio barcelonés de Montjuïc, derrotó por 1-0 al Espanyol en la única final disputada por los dos clubes catalanes.

En el imaginario culé, sin embargo, permanece el 7 de mayo de 1986. Un dolor incurable para el barcelonismo.