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Neymar: Una patada a la felicidad

COLUMNA ‘EL PULSO’

CIUDAD DE MÉXICO -- El 3 de agosto de 2017 es recordado como el día que Neymar abandonó a Messi… Y al Barcelona, para sucumbir a la tentación del dinero catarí y trasladarse a París.

En mayo de 2013, el Barça anunció el fichaje de Neymar por 50 millones de euros (aunque después se supo que la cantidad fue mayor), luego de que el delantero eligió al club por encima del Real Madrid, pero sobre todo, eligió jugar al lado de Messi.

A los 21 años no era poca cosa convertirse en socio de una leyenda y así lo entendió el brasileño, que en 2011 se había enfrentado a Leo en la Final del Mundial de Clubes (Barcelona 4-0 Santos) y en aquel partido no hizo otra cosa que rendirse ante el argentino.

En sus primeros días como futbolista culé, a ‘Ney’ le daba pena hablar en el vestidor, de pronto se encontró rodeado de los jugadores que elegía en ‘La Play’ y sencillamente se quedaba sin palabras.

A la izquierda estaba Puyol, un metro enfrente Xavi, del otro costado Iniesta… Con lo que resultaba imposible para el chico recién desempacado de Brasil demostrar la alegría propia de sus orígenes.

Sin embargo, a diferencia de otros jugadores que llegaron al Barcelona incluso con más renombre que Neymar, éste fue recibido con beneplácito por Messi, quien no solo lo convirtió en su socio, también le brindó su amistad.

Tiempo después, con la incorporación de Luis Suárez se conformó uno de los tridentes más espectaculares del que se tenga memoria, el cual a la fecha registra marcas demoledoras.

Basta recordar que en 2015 se convirtió en la delantera más goleadora de la historia sumando más de 120 goles en una temporada, para hacer pedazos todos los récords existentes. La ‘MSN’ (Messi-Suárez-Neymar) ya era inmortal.

En palabras del propio brasileño, la conexión y nula envidia que los tres sudamericanos demostraban en la cancha, se fortaleció con los ‘asados’ en casa de alguno de ellos, los cuales tenían a Javier Mascherano como maestro de ceremonias. A partir de esa convivencia nació la amistad; ahí radicó el secreto del ‘tridente’.

En cuatro años, Neymar ganó 10 títulos con el Barça: una Champions, dos Ligas, tres Copas, un Mundial de Clubes, una Supercopa de Europa y dos Supercopas de España… Pero ni eso le bastó.

Luego de una novela similar a la que se montó ahora con su fallido regreso a la Ciudad Condal y pese al desafortunado “se queda”, cortesía de Gerard Piqué, Neymar se marchó.

“Tuve el honor de actuar con el mayor futbolista que he visto en mi vida (Messi) y estoy seguro de que no veré a otro mejor. Se convirtió en mi compañero y amigo dentro y fuera del terreno de juego. Formé un ataque con él y Luis Suárez que ha quedado para la historia. He conquistado todo lo que un deportista puede conquistar.

“Pero un deportista necesita desafíos. Y por segunda vez en mi vida le llevaré la contraria a mi papá… He aceptado la propuesta del PSG para buscar nuevas conquistas y ayudar al club a alcanzar los títulos que la afición espera. Me han presentado un plan osado y me veo preparado. Siento en mi corazón que ha llegado el momento de irme”, escribió en Instagram.

Un sueldo anual de 30 millones de euros, similar al de Messi, en una operación en la que el París Saint-Germain desembolsó 222 ‘kilos’ como pago de la cláusula de rescisión, dio por terminado el romance de Neymar con el barcelonismo.

A sus 25 años, el originario de Mogi das Cruzes, Sao Paulo, se convirtió en el fichaje más caro en la historia del balompié y firmó un contrato de cinco años con el PSG.

Cambió de aires para no estar a la sombra de Messi, y en apenas un parpadeo, Cavani y Mbappé le dejaron claro que en París había otras luces aparte de la suya.

Lesiones, escándalos, arrepentimiento y un club de ‘nuevos ricos’ que sigue sin trascender más allá de dominar la liga local, privaron a Neymar de sentarse en la misma mesa de Leo y Cristiano Ronaldo, lo cual era uno de sus objetivos.

Hoy, pese a desesperados y desmedidos intentos del Barcelona por ‘repatriar’ al brasileño, la novela no tuvo un final feliz.

Neymar era feliz en Barcelona y lo sabía, pero decidió darle una ‘patada’ a esa felicidad en una supuesta búsqueda de independencia y muchos millones de euros.