Fútbol Americano
Jordi Blanco | Enviado 8y

Temen reincidencia de croatas violentos en Burdeos

BURDEOS -- Si alguien piensa que es imposible que una afición boicotee a su propia selección en un estadio, por muy bien que le vayan las cosas deportivamente, debería fijarse en Croacia. En ella descubrirá que no solo no es imposible, sino que es absolutamente cierto.

Si Niza disfrutó de una fiesta durante la presencia en sus calles de las aficiones de España y Turquía, Burdeos se prepara con preocupación ante la esperada avalancha de croatas, un pequeño grupo de los cuales detuvieron el partido frente a la República Checa del viernes en Saint-Etienne y amenazan con repetir sus disturbios durante el choque frente a la Roja.

La organización se mantiene en estado de alerta y las autoridades locales temen que los alborotos que solo se sufrieron en el estadio de Saint-Etienne los ultras los trasladen a las calles de Burdeos por la especial vigilancia que se se espera en el campo.

La UEFA ya ha comunicado que reforzará la seguridad en el recinto pero este lunes un portavoz autorizado explicó que el organismo no puede hacerse responsable de lo que suceda fuera de él. "Los aficionados españoles han dado un ejemplo a todo el mundo y los croatas también, más allá de ese minúsculo grupo", trasladó este portavoz.

El origen del conflicto croata es sensiblemente distinto a los disturbios provocados por rusos o ingleses, principalmente. La selección balcánica es, curiosamente, víctima de sus propios aficionados, separados y enfrentados entre los del Dinamo de Zagreb, el club de la capital, y del Hajduk Split, la otra gran entidad del país y cuyos hinchas consideran que la federación está controlada por dirigentes ligados al primero.

El partido del último viernes ante la República Checa se paralizó en el minuto 85, cuando desde la grada comenzaron a lanzarse al terreno de juego petardos y bengalas, haciendo los hinchas caso omiso a los ruegos de sus mismos jugadores.

"Sabíamos que iba a suceder y lo dijimos a la UEFA", explicó el responsable de seguridad de la selección balcánica Miroslav Markovic. Pero el despliegue policial por la zona de los ultras croatas minutos antes del estallido no impidió que éste sucediera.

"Nadie sabe cómo pudieron acceder a la grada con todos esos utensilios de pirotecnia, pero tememos que pase lo mismo en Burdeos", explicó la fuente de la UEFA, que mantiene el contacto permanente con la federación croata, conocedora de las intenciones que tienen los ultras de detener también el partido frente a España.

Lo peor es que, puesto el conflicto en el escenario, el temor es que los radicales de los dos bandos, Zagreb y Split, trasladen a la ciudad sus diferencias y conviertan las calles de Burdeos en el escenario de batallas similares a las que protagonizaron rusos e ingleses.

Conocidos como 'Torcida Split', los radicales ultraderechistas del Hajduk reclaman la salida de Davor Suker de la presidencia de la federación y, con él, de todo su equipo directivo. "No sabemos qué hacer ni donde acudir", lamentó el que fuera famoso delantero del Real Madrid y Sevilla, entre otros, y que ahora lamenta el presente salvaje del futbol en su país.

"Lo que pasó contra la República Checa no es anormal en nuestro país desde hace quince años", se lamentó Suker mientras el seleccionador avisó que esos fanáticos incontrolados "no se van a cargar nuestros sueños". "Croacia no puede ser rehén de un primitivismo salvaje", expresó el gobierno en un comunicado, pero el temor aumenta a medida que se acerca el partido que decidirá el campeón del grupo D.

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