Fútbol Americano
Julien Laurens 6y

Siete semanas después de ganar el Mundial, Francia ya piensa en repetir

Se percibía la sensación de una reunión de graduación el lunes en Clairefontaine. Aunque los miembros de la Selección Francesa, campeona del Mundo, celebraban su título hace siete semanas en los Campos Elíseos, se sentía como si no se hubiesen visto en años. Hubo muchos “te extrañé”. Abrazos, espaldarazos, risas a todo volumen, amplias sonrisas, choques de manos, muchos apretones de manos particulares y una tonelada de felicidad en su primera reunión desde el triunfo mundialista, a medida que llegaban a su sede del sur de París, el pasado lunes.

En lo que respecta a la moda, la combinación de shorts y camiseta rojos de Givenchy vestido por Corentin Tolisso causó la risa de varios jugadores, mientras que Lucas Hernández utilizó una camiseta de Dolce & Gabbana con la palabra “REYES” impresa en la espalda, lo cual parecía apropiado. El defensa del Atlético de Madrid llegó acompañado por sus compañeros de equipo Antoine Griezmann y Thomas Lemar. Florian Thauvin fue el primero en cruzar la puerta a las 11:00 a.m. y Paul Pogba el último, aunque aún fue puntual, llegando antes de las 12. Benjamin Mendy (¿quién más?) fue el más sonoro y N’Golo Kanté (¿quién más?) el más callado.

Benoit Costil, arquero del Burdeos, era el personaje que en un principio parecía estar fuera de lugar. En un momento, era el único jugador no presente en Rusia. Ahora Benjamin Lecomte, su colega del Montpellier, se unió al equipo para reemplazar al lesionado Hugo Lloris. Reemplazó a Steve Mandanda, quien también debió ausentarse por lesiones. Los otros 22 ganaron la Copa del Mundo.

Lloris, el capitán, se presentó para mostrar su lesión antes de ser descartado para los dos partidos. Pudo conseguir tiempo para ver a sus compañeros. También estará presente el domingo, al igual que Mandanda, para desfilar con el trofeo y ser celebrado por la multitud parisina en el Stade de France antes del amistoso contra Holanda.

Los jugadores fueron recibidos por una gigantesca pancarta azul a un lado del edificio con la frase: “Bienvenidos nuestros campeones”. En los escalones inferiores, dos estrellas doradas de gran tamaño conmemoraban sus triunfos de 2018 y 1998.

Además del ambiente increíble y las sensaciones positivas en la concentración, aparte de Costil y Lecomte, con la excepción de un nuevo jefe de prensa que asumió el cargo tras el retiro del anterior luego del Mundial de Rusia y de la pancarta, nada más había cambiado.

Cada uno recogió las llaves de sus habitaciones de siempre. El cuarto de Griezmann se encuentra frente al de Pogba, como siempre ha sido. El delantero del Atlético trajo consigo su PlayStation, su mate y laptop para así jugar Football Manager. Todo lo que ha cambiado es que sus camisetas tienen ahora dos estrellas impresas sobre el pecho en vez de la única existente antes de Rusia.

Didier Deschamps estaba contento de ver a sus “muchachos”. Abrazó a cada uno de ellos. Tenía una amplia sonrisa en su rostro. El director técnico, quien se convirtió en apenas el tercer hombre en la historia en ganar un Mundial como técnico y jugador después de Mario Zagallo y Franz Beckenbauer, se mostraba feliz, revitalizado y listo para luchar de nuevo. A pesar de algunas críticas ocasionales desde el verano de 2012, cuando asumió las riendas de la selección gala sustituyendo a Laurent Blanc, ha conducido al equipo a los cuartos de final del Mundial 2014, la final de la Eurocopa 2016 y la Copa del Mundo de 2018. Es sumamente impresionante. Y a pesar de ello, está ansioso por ganar más.

“Los jugadores se sienten tan contentos por estar juntos nuevamente”, expresó el director técnico francés en su rueda de prensa del lunes. “Este partido contra Alemania llegó rápidamente. Fuimos campeones del Mundo hace apenas seis semanas. Hicieron algo sublime, pero ahora comienza una nueva aventura. La vida sigue. Y necesitamos utilizar lo que ocurrió en Rusia”.

Ese día, poco antes de comparecer con los medios, Deschamps tenía algo que decirles a sus jugadores en colectivo, previo al almuerzo. Por supuesto que les recordó que lo hecho en Moscú el 15 de julio pasado fue algo increíble, pero también les destacó que era hora de concentrarse otra vez y trazarse nuevos objetivos por alcanzar. Y que creía que apenas estaban comenzando.

Durante la semana, se reunirá individualmente con cada uno de sus jugadores. Podría tener unas palabras con Kylian Mbappé con respecto a su tarjeta roja cuando el París Saint-Germain jugó contra el Nimes el pasado fin de semana por una reacción negativa tras haber sido objeto de una mala entrada por parte de un rival. Quizás converse con Pogba relativo a su estatus con el Manchester United y su situación actual con José Mourinho. Será, como siempre lo ha sido, afectuoso y protector.

Los jugadores hablaron entre ellos durante todo el día sobre el Mundial. El lunes era un día para las anécdotas, recordar e impulsarse mutuamente. En pequeños grupos, en las habitaciones de Griezmann o Mendy, por ejemplo, una vez más recordaron todo lo vivido en el torneo. Para algunos de ellos, se siente aún difícil entender y darse cuenta de que fueron los ganadores.

Les Bleus se encontraron nuevamente el lunes, siete semanas después de haber vivido el día más grande de sus carreras, listos y hambrientos de jugar una nueva campaña y ganar más trofeos. No se mostraron hastiados. Todo lo contrario. Parecían estar listos a luchar de nuevo y obtener mayores logros.

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