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La Premier se definió por milímetros entre City y Liverpool

Ochenta y tres segundos; eso fue todo lo que tuvieron. Durante menos de un minuto y medio, Liverpool y sus seguidores se entregaron a la esperanza de que su espera de 29 años por convertirse en los campeones de Inglaterra llegaría a su fin el último día de la temporada de la Premier League.

Tras ponerse en ventaja en el minuto 17 contra los Wolves en Anfield con el gol de Sadio Mané, llegó la noticia de que Glenn Murray había convertido de cabeza para Brighton contra Manchester City en el Amex Stadium. El rumor circuló por Anfield antes de convertirse en un rugido ensordecedor.

Pero fue un falso amanecer. Hoy por hoy, con las noticias instantáneas por las redes sociales, el fenómeno de los parciales equivocados y las falsas alarmas sobre los goles deberían ser cosa del pasado, pero los fans de Liverpool festejaban frenéticamente bajo la equivocada impresión de que sus rivales estaban cayendo.

Sin embargo, momentos más tarde, una segunda ola volvió a hacerse oír. Brighton había anotado y el Kop estalló. Se encendieron bengalas y se cantaron canciones; el título finalmente estaba al alcance de Liverpool. Unas 215 millas al sur, Pep Guardiola se sacaba el saco mientras crecía su agitación.

Para conquistar su primer título desde 1990, Liverpool tenía que ganar su partido y rezar para que City metiera la pata. En realidad, nadie creía que iba a suceder --los hombres de Guardiola ni siquiera habían tenido que remontar un partido desde que perdieron en Newcastle en enero-- pero el último día de la campaña, estaba sucediendo.

¿Suerte? Quizá estaba del lado de Liverpool. Quizá ese increíble triunfo por 4-0 en el partido de vuelta de las semifinales de la Champions League contra Barcelona el martes pasado sólo había sido el precursor del evento principal cinco días más tarde.

Pero 83 segundos después del gol de Murray, Sergio Agüero empató para City y el júbilo se desinfló rápidamente en Anfield. En ese momento, cuando Liverpool ganaba y City empataba, el equipo de Jürgen Klopp todavía tenía posibilidades de terminar el día como campeón.

Pero los hinchas de Liverpool tuvieron un presentimiento. El estadio se llenó de calma, interrumpida únicamente por los festejos de los hinchas de los Wolves. Más goles de City eran inevitables, y así fue. Aymeric Laporte llevó el parcial a 2-1 con un gran remate de cabeza ocho minutos antes del entretiempo, y luego Riyad Mahrez y Ilkay Gundogan sellaron el contundente triunfo de City en el segundo tiempo.

Los hinchas de los Wolves, disfrutando el momento en Anfield, se burlaban de sus rivales festejando los goles de City y cantando el nombre del ex extremo de Liverpool, Raheem Sterling --hoy una figura clave en City-- antes de meter el dedo en la llaga cantando, "¡Casi ganaron la liga!" Esto de alguna manera resumió la situación, pero hizo poco para ilustrar lo notable que ha sido la batalla por la punta.

Liverpool terminó la temporada con 97 puntos, habiendo perdido un solo partido --contra City a principios de enero-- y aun así no pudo llevarse el título, ya que City sumó 98. El legendario ex DT de Anfield, Bill Shankly, solía decir que el primero es el primero y el segundo no es nadie, pero eso es duro para su viejo club esta temporada.

Fueron protagonistas en la mejor carrera por el título que hayamos visto en al menos 20 años-- nada se compara con su batalla con City desde que los triples ganadores de Manchester United superaron al primer gran conjunto de Arsenal de Arsene Wenger en 1999-- pero, a fin de cuentas, terminaron segundos porque el equipo de Pep Guardiola ha sido excelente.

Nunca antes dos equipos habían llegado a esta instancia con semejante constancia. A pesar de los nervios y la ansiedad de las últimas semanas de la temporada, los dos clubes siguieron ganando: City cerró la campaña hilando 14 victorias seguidas, mientras que Liverpool logró nueve consecutivas.

City batió el récord de la liga con 100 puntos la temporada pasada, y 12 meses después, estuvo a dos de igualar su récord histórico. Sin embargo, en contraste con la campaña 2017-18, cuando terminaron con 19 puntos de ventaja sobre el segundo, Manchester United, esta vez fueron empujados en cada paso del camino.

"Creo que primero tenemos que felicitar a Liverpool --y agradecerle, claro-- porque nos ayudó a empujar y a mejorar nuestro nivel de la temporada pasada", dijo Guardiola. "Creo que no es algo que piense yo solo, sino todo el equipo y el club, los jugadores y el cuerpo técnico. Es el título de Premier League más difícil que he ganado en mi carrera".

Vincent Kompany coincidió; dijo que fue el título más difícil de los cuatro que ha ganado como capitán de City al final de una carrera definida por una calidad increíble y el más estrecho de los márgenes. La campaña terminó con segundos de diferencia entre momentos claves, pero bien podríamos decir que la diferencia entre City y Liverpool fue de milímetros.

Cuando Liverpool viajó al Etihad Stadium el 4 de enero, estaban a siete puntos de la cima y sabían que una victoria iba a abrir un margen de doble digito, con el que seguramente iban a poder terminar con las esperanzas de City. En el principio del partido, una salvada directo al arco de John Stones, que agarró la pelota con 11 milímetros de margen, mantuvo el marcador 0-0 y City siguió para ganar y reducir el margen a cuatro puntos.

Stones dijo después "son cosas que pueden cambiar los partidos". Y así fue que se vio cómo su intervención fue más allá del partido en cuanto a la importancia del resultado para los eventuales campeones, que también iban a superar a Burnley con un gol de Agüero que cruzó la línea con sólo 29.5 milímetros.

Liverpool también tuvo sus momentos de suerte, nunca más que el minuto 96 de un Derby de Merseyside que venía sin goles a principios de diciembre cuando el arquero de Everton, Jordan Pickford, empujó el tiro de Virgil van Dijk al travesaño y Divock Origi anotó el rebote. El entrenador de Everton, Marco Silva, dijo que los ganadores habían tenido mucha suerte, pero el gol además los inyectó de confianza, y los convenció de que este podía ser el año de Liverpool.

Seis días después, los hombres de Guardiola comenzaron a tambalear cuando perdieron ante Chelsea, y derrotas consecutivas contra Crystal Palace y Leicester a fines de diciembre hicieron que el péndulo se inclinara a favor de Liverpool. De todas maneras, el equipo de Klopp anduvo a los tumbos en un período de cinco semanas desde finales de enero, empatando cuatro veces en seis partidos. Cuando el silbato final sonó en un empate 0-0 ante Everton el 3 de marzo, City volvió a tomar el control.

Las batallas a veces se definen cuando uno los retadores caen, lo que ha hecho que esta competencia sea tan notable: no hubo una definición en el final. Los enfoques fueron por lo general contrastantes – City acumuló victorias de manera incesante casi como una maquina super eficiente, mientras que Liverpool vivió al límite con una capacidad incansable – pero los dos equipos mantuvieron sus pies en el acelerador de manera firme.

Desde enero hasta el último día, City nunca estuvo detrás en un partido, y cuando necesitó una contribución importante de algunos de sus hombres clave, Agüero o Raheem Sterling siempre aparecieron. Más improbable fue la anotación inspiradora del capitán Kompany, quien convirtió desde las 30 yardas para superar a Leicester.

Liverpool contó con Mohamed Salah que anotó un gol impresionante contra Chelsea y superó a Tottenham con un gol en contra tardío, antes de que Origi cabeceara el gol ganador tardío contra Newcastle.

Los dos escuadrones han sido sobresalientes. Agüero, Salah y Mané anotaron más de 20 goles de liga cada uno, mientras que Sterling y Van Dijk se quedaron con premios a los jugadores del año en la liga doméstica. Laporte contribuyó en la zona defensiva de City lo que Van Dijk aportó a Liverpool. En el arco, los dos brasileños, Ederson Moraes y Alisson Becker, llevaron la posición a un nuevo nivel.

Cualquiera de los dos escuadrones hubiese sido digno del campeonato, pero mientras que City llega al verano con medallas, la espera de Liverpool continua. Klopp y sus jugadores se quedaron en el Hope Street Hotel antes del partido contra los Wolves, quizá con esperanzas de ayudar a la suerte. Al final, las cosas no se dieron, pero su entrenador insiste en que este es un gran equipo. "Este equipo es uno de los mejores que ha tenido Liverpool", dijo Klopp. "Este club está en un gran momento que no terminará porque otro equipo ha terminado apenas con un punto más. Los esperan grandes cosas, y sin dudas volveremos a dar batalla. Este equipo lo intentó por primera vez y es uno de los mejores escuadrones que ha tenido el club, 100 por ciento. Si crees que esta será la única chance para un equipo de este calibre, lo siento por ti”.

Liverpool quizá se arrepienta de su empate contra Arsenal, Leicester y West Ham – partidos en los que estuvieron adelante – pero, de igual manera, City recordará con alivio un penal errado de Riyad Mahrez cuando los dos equipos se enfrentaron en Anfield a principios de octubre.

El ex lateral de Leicester logró redimirse en el Amex con un gol crucial, que dejó el marcador 3-1 y descartó cualquier prospecto de una recuperación de Brighton y al hacerlo dejó extasiados a los fans de Liverpool en Anfield, que comenzaron a cantar acerca de su regreso a Madrid pensando en la final de Champions League el próximo mes contra Tottenham.

Una sexta copa europea suavizaría el golpe de no haber logrado el título de la liga, pero por el momento, Liverpool tiene que aceptar que City ha sido simplemente formidable, demasiado potente y demasiado despiadado. Los dos equipos se enfrentarán cabeza a cabeza la próxima temporada, y teniendo en cuenta que han redefinido lo que se necesita para dominar, mientras que el resto está tratando de resolver sus propios problemas, son pocos los que los descartarían entre los dos primeros el próximo año.

Teniendo en cuenta cómo ha sido la definición, los últimos nueve meses han demostrado que hasta la más pequeña de las ventajas puede terminar siendo crucial de cara al trofeo de la Premier League.