Fútbol Americano
Alfonso Duro | ESPN Digital 5y

A Cristiano lo engrandecen sus goles, pero lo pierden las formas

La estrella portuguesa de la Juventus, Cristiano Ronaldo, volvió a marcar este fin de semana un gol para su equipo que le dio la victoria y los tres puntos a los Massimiliano Allegri en el derbi de Turín contra el Torino.

Con ese gol - de penalti - Cristiano llegaba a los 11 en 16 partidos de la Serie A manteniéndose segundo por detrás del polaco Krzysztof Piatek, del Génova, quien tampoco faltó a su cita con el gol.

Sus números, a los 33 años, siguen siendo espectaculares, de los mejores de Europa, y su paso con la Juventus por el campeonato italiano se está destapando como un ejercicio militar que, a menos que se torciera muchísimo, acabará con el de Madeira levantando un nuevo título de liga a final de temporada.

Lo que no cambia es su forma de ser.

Ronaldo se ha quejado amargamente muchas veces a lo largo de su carrera de lo mal que se siente tratado por la prensa y por la crítica. Sabe que tiene millones de seguidores en todo el mundo, que siguen sus pasos y veneran su figura, pero a él parecen importarle mucho más las críticas.

Desde las que le comparan con Lionel Messi, hasta las que le recriminan su falta de compañerismo en muchas ocasiones, pasando por las serias acusaciones a las que ha tenido que hacer frente en los juzgados (por evasión fiscal) y en los medios (por supuestos abusos sexuales), a Ronaldo las críticas le caen siempre bastante mal y cada vez que puede no pierda la oportunidad de reclamar más cariño por parte de todo el mundo. No por nada, cómo él mismo asegura en su documental (“Ronaldo”), no existe otro jugador como él en el planeta, por lo que todos deberían rendirle pleitesía.

Sin embargo, reacciones como la que tuvo ante Salvador Ichazo, portero suplente del Torino, tras anotar el gol de la victoria desde el punto de penalti, son las que caban la tumba de CR7 y echan a perder todo lo bueno que el portugués hace con el balón en los pies.

A lo largo de la historia hemos visto un sinfín de bravuconadas sobre un terreno de juego. Los jugadores, cuando la adrenalina se dispara y las pulsaciones se precipitan, pueden llegar a perder los estribos y perder la cabeza. Hemos visto todo tipo de celebraciones de goles de lo más ofensivas a equipos y jugadores rivales, pero pocas veces se ha visto que un partido de la jornada 16 de un campeonato local, una estrella de calibre mundial le restregue por la cara, a un portero que ni siquiera ha sido internacional, el haberle metido un gol de penalti.

La reacción de Ronaldo, que corrió hacia Ichazo y se rio en su cara, además de chocar su pecho contra el del arquero uruguayo, no se puede comprender, y por mucho que luego se le viera hacerle carantoñas en señal de disculpa, un jugador de la estatura del cinco veces campeón del Balón de Oro no debería dejarse llevar de esa manera por las emociones.

Cómo la situación no derivó en una batalla campal, es algo que tampoco entendemos bien, más allá de la rápida intervención de Giorgios Chiellini – primero - y Leonardo Bonucci -después - que fueron capaces de actuar como apagafuegos con madurez y templanza.

Ronaldo se ganó la amarilla por esta absurda reacción, pero como en muchas otras ocasiones, las repercusiones tendrán mucho más alcance que el daño que esa amonestación pueda llegar a provocar. Tal y como ocurrió cuando dijo aquello de que: “la gente me tiene envidia porque soy guapo, rico y juego bien al fútbol”, o cuando se quejó extrañamente tras un gol de Álvaro Morata para su equipo como si estuviera reclamando fuera de juego del madrileño, o cuando empujó al árbitro del FC Barcelona - Real Madrid por la Supercopa de España de hace dos veranos, seguramente que la extraña celebración ante Ichazo perseguirá a Ronaldo durante un tiempo.

La gente se preguntará que puede tener en la cabeza un jugador que lo tiene todo en el mundo para ser feliz, pero que sigue dando muestras de estar atormentado cada tanto sobre un terreno de juego.

Y es que sin duda Ronaldo pasará a la historia del fútbol como uno de los mejores jugadores que jamás existieron en este deporte, pero también por haber sido un tipo al que sus tristes formas siempre acabaron perdiendo.

^ Al Inicio ^