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Un nuevo año perdido del AC Milan

Como cada verano, los fichajes del AC MIlan hacían soñar a sus aficionados. Hace varios años que el legendario equipo lombardo, el segundo con más Copas de Europa en el continente, cayó en desgracia por culpa de una mala planificación deportiva y por la dejadez financiera de sus dueños; los anteriores y los presentes.

Por esa en cada ventana del mercado los aficionados albergan la esperanza de que llegue el jugador o los jugadores que cambien todo y devuelvan al club milanista a la cima del fútbol italiano y europeo.

Sin embargo, una vez más, no parece que éste vaya a ser el año rojinegro.

Los de Genaro Gattuso pusieron todo su empeño el verano pasado en el delantero argentino Gonzalo Higuaín. Sus estadísticas goleadoras en el Real Madrid, el Nápoles y la Juventus le avalaban, y en San Siro se esperaba que pudiera ser ese hombre gol que el equipo ha buscado con ahínco desde que Zlatan Ibrahimovic se marchara a París en 2012.

Menos de seis meses después, el delantero argentino está volando hacia Londres para unirse al Chelsea de Maurizio Sarri, mientras que el equipo nerazzurri invertirá lo que había decidido pagarle a la Juventus al final del campeonato por su traspaso definitivo en fichar al polaco Krzysztof Piątek, la sensación del Calcio con 13 goles en 19 partidos.

Nadie sabe bien qué podrá aportar Piątek al equipo en lo que queda de campeonato, pero se espera que, como el brasileño Lucas Paquetá, pueda convertirse en una de las piedras angulares del club milanista en el próximo lustro.

Por edad y por proyección, ambos --junto a Cutrone o Donnarumma-- están llamados a liderar un proyecto que rejuvenezca a la mítica entidad italiana, proceso del cual se espera que haga reverdecer un nuevo orgullo de club que logre volver a encumbrar a la escuadra.

Lo que nadie podrá negar es que este año ha sido una nueva pérdida de tiempo y recursos.

Los tiffosi milanistas han visto como su eterno rival, el Inter de Milán, ha conseguido consolidar un proyecto con el cual han superado a los milanistas en cada una de las últimas seis temporadas, excepto hace dos. En ese tiempo, la Juventus --que cayó en desgracia en 2006 tras el Moggigate-- también ha sabido invertir de manera adecuada y se ha convertido en el gigante incontestable del Calcio.

El Nápoles, que desde la llegada de Rafa Benítez en 2013 no ha dejado de crecer, también ha logrado superar al histórico club lombardo, y equipos como la Lazio o la Roma también han sido capaces, de manera puntual algunas temporadas, de sobrepasar al rey del fútbol italiano en los 80, 90 y principios del siglo XXI.

Por eso las caras de resignación en San Siro cada dos semanas empiezan a tornarse agrias, pues la esperanza es lo último que se pierde, pero la paciencia se va colmando poco a poco.

Leonardo Bonucci llegó el año pasado como bastión defensivo del equipo, arrebatado de la todopoderosa Juventus, pero menos de 12 meses ya estaba de vuelta en Turín. Higuaín no ha durado ni seis meses, y se ha marchado al Chelsea.

Ahora es el momento de saltar a la palestra de Paquetá y Piatek, quienes intentarán revertir algo la situación actual de aquí a final de temporada. Los aficionados no las tienen todas consigo y no hay mucho que reprocharles.

Los milanistas están cuartos en la clasificación cuando ya se ha consumido media temporada, pero miran más hacia abajo que hacia arriba. A 18 puntos de la Juve, el campeonato está imposible, pero la sensación de que sólo las malas temporadas de Lazio y Roma mantienen a los rossoneri en puestos de Champions League todavía está más que latente.

Quedan cinco meses para intentar reconducir el barco, y las nuevas estrellas llegan con ganas de intentarlo, pero quizás sea demasiado tarde para que este no acabe siendo un nuevo año perdido para el AC Milan.