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América ofrece esperanza en tiempos de desilusión

MÉXICO -- Cabizbajo, un pequeño grupo de aficionados se postró afuera de Coapa; plumón en mano, esperaba con ansias la salida de sus ídolos, ahora avergonzados por una goleada fuera de presupuesto. Si acaso eran tres o cuatro, que apenas y se conocían, pero todos cargaban el pesar en la mirada y la resaca del 3-0 tatuada en el semblante.

Casi de inmediato, en las entrañas del club, se ofrecía un mensaje de esperanza en tiempos de desilusión. La derrota en el Clásico caló parejo, a los de afuera y los de adentro, que volverán a hermanarse en casa para la novena jornada, con entradas gratuitas y la espina aún clavada.

Oribe no vivió en carne propia la goleada a manos de Chivas, pero aún con ello lucía alicaído, con un semblante que anunciaba tristeza y desesperación; apenas pronunció palabras, amenazó con volver recargado para enfrentar a Cruz Azul, pero la distancia temporal aún le separa de las canchas.

Nacho Ambriz se encendió ante un cuestionamiento y se puso la soga al cuello de manera prematura; Peláez intentó detenerlo, gritó su apellido un par de veces, pero al entrenador le hirvió la sangre. No habrá renuncia, al menos por hoy, pero ya hay una cuenta regresiva que podría alejarle del América en menos de seis meses.

La preocupación es compartida y se lleva a todas partes. Los aficionados la arrastran en el caminar y los jugadores la suben a la camioneta; apenas y se cruzan por la entrada para un saludo que podría ser pésame. Así arranca una nueva semana, con otro Clásico en puerta y oportunidad de revancha, para de nuevo inflar el pecho y emprender el vuelo.