<
>

Afición de Pumas hace latir el Olímpico

El rigor auriazul se hizo sentir entre aroma a carne asada y la complicidad de la policía, que apenas e intervino en la fiesta del futbol, Pumas y Cruz Azul se medirían entre alto voltaje y de nueva cuenta al sur de la ciudad.

Los locales lo fueron desde las entradas hasta el estacionamiento, sobrepoblando la zona con todo tipo de alcohol y música, a cambiar por cánticos dentro del recinto que cada 15 días abre las puertas al Club Universidad.

Las camisetas celestes fueron pocas en los alrededores, quizá hasta contables entre la popularidad del felino dirigido por Francisco Palencia, el que viene de perder en Jalisco y que hasta el semestre pasado lucía infranqueable de anfitrión.

Las porras infundieron temor, como siempre con banderas, trompetas y tambores, resonantes para ahuyentar a un rival de aires renovados pero con importante sentido común.

Las cervezas abundaron, casi a raudales y con normalidad, como si de una cantina se tratara y frente a la inamovible seguridad, sólo presente para el desalojo de los autobuses y para evitar crueles incidentes contra terceros en cuestión.

De pasión hubo un montón desde antes de las 11:00, hora del desayuno y el precopeo, ritual universitario y celeste antes del balón, a rodar sobre el verde césped y frente a toda la afición.