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Fisioterapeuta de Cruz Azul apoya a brigadistas por las noches

MÉXICO -- Así como los jugadores y el técnico del Cruz Azul se mostraron solidarios con los damnificados del pasado terremoto en México, apoyando con donativos o incluso levantando escombros, hay otro ‘héroe’ anónimo de los cementeros que se partió en dos para apoyar como más se pudiera, tras la catástrofe del pasado martes.

Daniel Figueroa Villa, fisioterapeuta del Club Deportivo Cruz Azul, es normalmente el primero en arribar a La Noria para preparar todo y dar la atención correcta a los lastimados, o a quienes vienen saliendo de una lesión, y es por lo general el último en irse, junto con el cuerpo médico. Sin embargo, con los recientes acontecimientos en México, su vida ha dado un giro de 180 grados, ya que esta vez su trabajo se ha tornado doblemente cansado, pues mientras en el día asiste a los jugadores celestes, por las noches colabora con las brigadas que están trabajando de sol a sol para rescatar gente de los edificios derrumbados.

Esto, lejos de causarle fastidio o incomodidad, es algo que colma de paz el alma de Daniel Figueroa, quien en plática con ESPN Digital al salir del entrenamiento de los cementeros, señaló: “Ya me voy a seguir atendiendo a los voluntarios y rescatistas, a los familiares,a los perritos. Estoy a las órdenes de todos los que necesiten fisioterapia. Tengo mis manos y sé trabajar, y vale la pena, pues toda esa gente se está partiendo el alma por su país”.

El especialista en Fisioterapia, expresó que ha prestado apoyo en San Gregorio, por el rumbo de Xochimilco, así como también en División del Norte y Zapata, que son de las zonas más afectadas por el terremoto. “Ahora estoy sirviendo en Álvaro Obregón y Medellín, en donde haga falta, donde hay gente trabajando en remoción y rescate”.

Un tipo sensible, al fin y al cabo, relató sobre su labor altruista: “No podría decirte que he visto casos ‘especiales’, porque todos son casos especiales; es gente que se baja de una construcción buscando vidas, o tratando de sacar animalitos, o que está allí mismo removiendo escombros y que les empiezas a dar tratamiento porque no aguantan la espalda, las piernas, y se quedan totalmente dormidos. Cuando se paran, te abrazan y te agradecen; se siente la solidaridad, el desinterés con el que lo hacen y no puedes no contagiarte”.

Añadió que “son la una las dos de la mañana, las tres, la hora que sea, te da pila para seguir adelante, porque ves que bajan con los ojos rojos de tanto polvo, con la ropa sucia, y se preocupan o se sienten mal porque los vas a tratar y a lo mejor huelen a sudor, pero se quedan dormidos mientras los estoy tratando”.

Dijo que ayudar de la manera como lo hace, "Créeme, me genera mucha paz y esperanza para que este país se levante; me da confianza porque estamos en manos de la gente, no del gobierno ni de las instituciones. Veo que es la gente la que mueve a este país. Los rescatistas internacionales que vienen de Israel, de Japón, de todos lados, hacen fila y ahí están sentaditos, esperando a que los atiendas, y cuando los pasas y les dices que son prioridad, te responden: ‘No, no, atiende al familiar de las personas que esperan a ver si su ser querido aparece con vida. Es impresionante realmente, es para ponerse de pie”.

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