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Algo así como volver a empezar

BUENOS AIRES -- Finalmente, la rabieta de Messi no duró mucho. Aplacada la frustración por la final perdida en la Copa América Centenario, aceptó volver al lugar del que nunca se fue, la Selección argentina.

La inestabilidad actual de la AFA y el modo arbitrario de elegir al nuevo entrenador nacional (esto nada dice de sus virtudes y defectos) eran una buena coartada para que Leo tomara distancia al menos por esta doble fecha de Eliminatorias.

Pero prefirió ratificar un compromiso que tantas veces estuvo en duda y poner el hombro en un momento en que, tanto para él como para la vieja guardia del plantel, se repetirá la máxima exigencia: un título o nada.

Por su parte, Edgardo Bauza dio señales con su lista de convocados para enfrentar a Uruguay y Venezuela en septiembre que respeta a rajatabla el criterio de su antecesor en el cargo.

Se permitió el gesto diferencial de no llamar a Higuaín (lo hará en el futuro) y agregar a Pratto y Alario, además de recuperar a Demichelis. Ciclo nuevo, pero el equipo de siempre.

Por el momento, el extécnico del San Pablo se inclina por resguardar lo hecho, antes que experimentar variantes con su firma.

No sólo porque las innovaciones requieren tiempo de ensayo, sino porque la Selección, cuya trayectoria en los últimos años la colocó entre la mesa chica de la elite, debe preservarse de la actual hecatombe política.

En medio de la tormenta, mejor acodarse en lo conocido. En lo probado. Sobre todo, si entre esa gente amiga, se encuentra el mejor futbolista del mundo.

Misión número uno para Bauza y su equipo: despegarse de la actualidad de la AFA. Hacer caso omiso de su dirigencia fluctuante y digitada desde el gobierno para demostrar que en la cancha las cosas se hacen de otra manera.

Con aplicación, talento, años de conocimiento. Y, por supuesto, con ensayo y error.

Hoy por hoy, es más lo que la Selección le puede dar a Bauza (no para sus saberes futbolísticos ni para su palmarés sino para su mera estabilidad), que aquello que el entrenador es capaz de aportarle a los jugadores de siempre.

El equipo eliminado en primera ronda en los Juegos Olímpicos refleja de manera cabal el momento AFA: el plantel se formó a último momento, el técnico surgió por descarte y además no cobra…

Al lado de eso, perder por penales una copa es una minucia.

Como otras veces en la historia del fútbol, los jugadores, con su jerarquía y, en este caso, con su lejanía en el oasis europeo, están en condiciones de abstraerse del desbarajuste de la conducción y jugar su propio partido.

Apoyado sólo por el denominado regularizador, verdadero dueño de la pelota por estos días (Armando Pérez lo convocó a charlar, Armando Pérez lo ungió entrenador nacional), Bauza necesita que lo legitimen los futbolistas.

Los próximos dos partidos, Argentina debe confirmar que se repuso de los golpes por las finales perdidas y que sigue siendo, por aptitud y por deseo, aspirante a campeón.

El gesto de Messi se recorta muy claro en ese sentido. Se trata de una renovación de los votos. Como en los matrimonios. Y de un aval importante al flamante conductor del equipo.