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Pratto, a pesar de todo

BUENOS AIRES -- La Selección rescató un empate frente a Venezuela en un partido que se perfilaba muy cuesta arriba y en el que tuvo que reponerse a su propia inoperancia.

Temple, optimismo, empuje fueron atributos que sustituyeron al juego asociado y a una táctica eficaz.

La ausencia de Messi no es una buena coartada para justificar una visita pobre a la ciudad de Mérida. De todas maneras, cabe la alegría resignada ya que pudo ser peor. Mejor dicho: estaban dadas todas las condiciones para que fuera peor.

Más que el tardío equilibrio en el marcador, quizá lo más destacable en términos de proyección en el tiempo sea la actuación de Lucas Pratto. Nuevo en el plantel, necesitado de rodaje y confianza propia y ajena con una camiseta tan pesada, el delantero se adaptó rápido. Esto significa que exhibió sus virtudes tan pronto como salió a la cancha.

Ante Venezuela mezcló cintura y pelea para meter el descuento en el momento oportuno. Además, mostró movilidad, buen pie e inteligencia para cooperar con los compañeros mejor colocados.

Es raro Pratto, desconcierta. Se diría que debe lidiar con su apariencia. Por volumen físico, la postura algo encorvada y el ritmo de su trote, uno podría pensar en un futbolista cachaciento. De despliegue escaso y velocidad nula.

Pero es un jugador veloz. Lo que, sumado a su habilidad, lo convierten en una rara avis.

El lucimiento de Pratto en el empate en Mérida se produce a pesar de un planteo que no lo favoreció. Que, en rigor de verdad, no favorecería a ningún atacante central.

Inexplicablemente, la Selección se presentó, sobre todo en la primera parte, como un equipo de trama abierta. Largo. Todo lo contrario a lo que reclama la cátedra como conveniente.

Dentro de esa idea, a Pratto le tocó pivotear. Bajar los envíos largos, habida cuenta de su destreza –entre muchas– para jugar de espalda al arco adversario. Cumplió con ese rol, pero está claro que no lo ayuda a desplegar íntegramente su potencial, sino que lo limita severamente.

Con la riqueza técnica y la capacidad de sorpresa que tiene Argentina en la gestión ofensiva, reducir el libreto a los pases kilométricos hacia el pivote suena a dispendio.

Así y todo, dijimos, Pratto se las ingenió para encontrar aliados y demostrar su talento. Sin haber hecho un partido genial, puso de relieve su importancia y su personalidad. Juega en su contra, además de la engañosa imagen mencionada, que en el puesto de nueve hay una congestión de estrellas.

Por lo pronto, Higuaín y Agüero son más titulares que Pratto. No existe discusión al respecto. De todos modos, ante el descanso preventivo de uno y la lesión de otro, el reemplazo resultó de lo más alentador del equipo al cabo de estas dos presentaciones.

Y la novedad más auspiciosa del flamante ciclo liderado por Edgardo Bauza.