Fútbol Americano
Jordi Blanco, Corresponsal en Barcelona 8y

Julen Lopetegui, del mando al respeto con España

BARCELONA -- Lopetegui pasó la prueba con nota en Turín. Después de un estreno inesperadamente plácido en Bélgica y un entrenamiento insustancial frente a Liechtenstein, el nuevo seleccionador tenía un primer examen de altura ante la Italia que enterró la era de Del Bosque. Y la superó con suficiencia.

Las dudas que despertó en muchos ámbitos su nombramiento, el cambio que significaba pasar de seleccionadores con una trayectoria de muchos años a un novel y las críticas veladas que han merecido sus primeras convovatorias quedaron aparcadas en el Juventus Stadium.

Lopetegui tenía el mando pero debía ganarse el respeto. No le alcanzaba con su año y medio convulso en Potugal al frente de un Oporto en el que acabó engullido por la presión de no ser bien recibido.

Y su currículum anterior, con éxitos en las selecciones inferiores después de pasar de puntillas por Rayo Vallecano o la cantera del Madrid tampoco parecía suficiente. Había quien trasladaba la idea de interinidad en su permanencia y quien sospechaba que no sería fiel a la mejor España de siempre.

Se equivocaron todos. O eso parece. De momento, claro. Porque se aventura que el examen no ha acabado por muy buena nota que haya sacado en su primer examen.

Lopetegui se hizo cargo de la selección española mientras Joaquín Caparrós preparaba su ascenso al cargo paseándose por todos los medios de comunicación del país. Julen tenía apalabrado un contrato con el Wolverhampton cuando Villar, en una decisión personal, se la jugó con él contra el parecer de muchos.

Y el vasco, que se presentó proclamando su fidelidad a la idea por más que crecieran las voces que reclamaban un cambio, ha cumplido con su palabra.

DE DINAMARCA A TURÍN

España sumó en Turín su partido número 55 de eliminatoria mundialista sin conocer la derrota. Desde que el 31 de marzo de 1993 fuera derrotada en Dinamarca (1-0) camino al Mundial de Estados Unidos, la selección ha completado 42 victorias y 13 empates.

Entre aquel encuentro de Copenhague y este de Turín han pasado por el banquillo español Clemente, Camacho, Sáez, Luis Aragonés y Del Bosque hasta llegar a Julen Lopetegui… Quien aquella noche de hace 23 años era el suplente de Zubizarreta y ocupó su lugar en el banquillo de la selección.

No tuvo la carrera de Lopetegui el lustre de otros muchos profesionales de su generación. Surgido de la cantera de la Real Sociedad, no se afianzó en el Madrid, brilló en el Logroñés, pasó sin dejar huella en el Barcelona y acabó su carrera en el Rayo Vallecano en 2002, jugando un solo partido (marzo de 1994 frente a Croacia) en la selección.

Pero tuvo buenos maestros, con Cruyff a la cabeza como se ha encargado de proclamar en su discurso, que impregnaron su idea del fútbol. Para muchos Lopetegui ha llegado casi de rebote a un cargo en el que es extremadamente difícil permanecer ajeno a la crítica y las presiones, pero en los menos de tres meses que lleva ejerciendo ha dado muestras de una personalidad clara y concluyente.

Lo principal, el juego y más aún los resultados, están de momento dándole la razón al presidente de la federación, personaje singular y que se jugó a una mano y en contra de la opinión general el nombramiento.

Lopetegui tenía el mando pero le faltaba ganarse el respeto. En Turín le faltó puntería a su equipo para redondear un rodaje perfecto pero sí consiguió comenzar ese respeto. Aunque, claro, el ‘partido a partido’ de Simeone le seguirá marcando de cerca.

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