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MADRID -- Desde el domingo crece el rumor que indica que la de por sí frágil relación entre Sergio Ramos y Gerard Piqué está irremediablemente rota. Tanto la Federación Española de Futbol, como jugadores del equipo nacional, han negado tajantemente dicho rumor. "No hay ningún problema; están igual que antes", dijo Juan Luis Larrea, presidente en funciones de la RFEF, en la Ciudad del Futbol de Las Rozas, Madrid. "Esto es un grupo unido, y en este momento hay que trabajar con él. (El ambiente) no está enrarecido en absoluto. No es verdad", agregó. Lo cierto es que la tensión en torno a Gerard Piqué está empezando a desbordar a la Federación, que a su vez, se encuentra en una situación delicada desde que el julio pasado, el presidente Ángel María Villar fuera arrestado al lado de su hijo y otros dos federativos por presunta corrupción dentro del organismo, lo que provocó su inhabilitación por parte del Consejo Superior de Deportes. Larrea desde entonces, no ha podido resolver el creciente problema después de tomar la desatinada decisión de permitir un entrenamiento a puerta abierta el lunes en el que el jugador catalán recibió todo tipo de insultos -- en el que, por cierto, Ramos y Pepe Reyna, no saltaron al césped. El proceder de Ramos, capitán de la Roja, fue de menos atípico. Llegó a la concentración media hora después que el resto de jugadores -- cuando, convenientemente, la prensa que esperaba por su llegada ya había sido retirada del estacionamiento de la Ciudad del Futbol -- por lo que, contrario a su costumbre, no habló con los medios.
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