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Así está Rusia a 100 días de la Copa del Mundo

Luzhniki y Moscú ya están listos para la Copa del Mundo Getty Images

MOSCÚ -- Cuando Lionel Messi y la selección de Argentina salieron al césped del estadio Luzhniki en noviembre pasado, parecía ser un ensayo general para la final soñada del Mundial de Rusia 2018. La multitud que llenó la arena pasó por la monolítica estatua de Vladimir Lenin, vio la impecablemente conservada fachada de la era soviética y se sentó en tribunas remodeladas y llenas de lujo. En un lado de la cancha, se encontraba el mejor jugador del mundo y sus compañeros. Del otro, una oncena que representaba a la nación anfitriona, cuyos hinchas desplegaron una pancarta que decía “Juntos somos una familia”.

Messi se fue en blanco y Rusia, dispuesta, pero con recursos limitados, cayó gracias a una diana de Sergio “Kun” Agüero.

Algo mucho más desalentador que la derrota fue ver a los aficionados haciendo fila después del encuentro para acceder a una de las tres estaciones de tren aledañas, acorralados por las autoridades que los obligaban a formar una línea en la cual pasaron más de dos horas. Si bien esto podía desatar un poco más que la mera frustración, también hablaba de un proceso el cual aún no parecía estar organizado de manera apropiada.

Sin embargo, esa es la razón por la cual hay ensayos así. Esencialmente, esa es la situación en la cual nos encontramos a 100 días del pitazo inicial del Mundial de Fútbol de Rusia, cuyo partido inaugural será entre la escuadra anfitriona y la de Arabia Saudita.

Todo se encontrará a la perfección esa noche, especialmente, en lo que respecta a la escenificación de los cotejos y el espectáculo televisivo. Nadie, a pesar de los usuales y normales brotes de preocupación, puede dudar seriamente de ello. Los estadios mostrarán su mejor rostro, las coreografías serán cuidadosamente montadas y el fútbol será de gran calidad. Todo normal.

Sin embargo, Rusia 2018 sigue siendo asediado por motivos de alarma y preocupación más inherentes a su país sede, al igual que uno o dos temas fundamentales que podrían darle forma al rostro futuro de todo un deporte.

El espectáculo en la cancha seguramente se llevará a cabo en medio del debate con respecto al VAR (siglas en inglés de “árbitros asistentes de video”), cuya adopción en el Mundial fue aprobada este sábado por la IFAB. La tecnología ha sido recibida por parte de los hinchas y medios de comunicación con fuertes críticas, especialmente en Inglaterra, donde el técnico del Tottenham Mauricio Pochettino se unió a las voces en contra de los “vergonzosos” atrasos que causó la implementación del sistema durante el triunfo de los Spurs en la FA Cup sobre el Rochdale a finales de febrero.

Las pausas extendidas en los partidos, junto a la falta de comunicación clara dirigida a los aficionados con respecto a las decisiones tomadas, han sido las causas que han originado la mayor cantidad de quejas. Además, existe la percepción que algunos árbitros lo han utilizado mucho más frecuentemente que para resolver errores “claros y obvios”, propósito principal del VAR.

El VAR ha sido puesto a prueba en otros torneos (siendo la Bundesliga alemana y la Serie A italiana dos ejemplos), con resultados distintos. Su implementación en la Copa Confederaciones 2017 también estuvo llena de altibajos. Es comprensible que existen reservas sobre su utilización en Rusia. No sólo porque el Mundial de Fútbol, hoy más que nunca, lucha por mantenerse popular y relevante: la supremacía del balompié de clubes es absoluta por estos tiempos y la decisión, tomada en 2010, de celebrar las dos ediciones siguientes del torneo en Rusia y Catar hicieron muy poco para mejorar la accesibilidad del deporte.

Hoy en día, no se ve el mejor fútbol del orbe en la Copa del Mundo, sino en competencias de la talla de la Champions. Esta es la razón por la cual el metatarso fracturado de Neymar, lesión que lo mantendrá fuera de las canchas, será un tema muy importante de debate: añade mayores motivos para sospechar que cualquier elemento de confusión y atraso hará que la gente decida no ver la acción de Rusia.

También existe el tema más práctico y urgente de hacer que los aficionados asistan a los estadios. La FIFA ha alardeado de cifras de ventas de boletos satisfactorias, con 8.4 millones de solicitudes a nivel mundial, hechas hasta finales de enero. De esta cifra, apenas 57.957 de estas solicitudes se originaron en Inglaterra, usualmente uno de los países con mayor presencia de hinchas en los torneos internacionales, a pesar de que Rusia ha abierto el acceso a su país durante el próximo verano de manera inédita en su historia. Esto sólo aumentará la percepción que se trata de un país no precisamente atractivo para los hinchas del balompié.

En contraste, hay cifras más alentadoras desde otras naciones: Estados Unidos y Holanda, cuyas selecciones nacionales quedaron eliminadas del torneo, hicieron 87.052 y 71.096 peticiones, respectivamente.

Lo último que necesitaban ver los organizadores fue la reyerta entre hinchas del Spartak de Moscú y el Athletic de Bilbao en la ciudad española antes del enfrentamiento de ambas oncenas en la Europa League el 22 de febrero. Un policía falleció trágicamente producto de un ataque cardíaco luego que se arrojara un objeto en plenos choques. No hay indicios que hinchas del Spartak fueron responsables de su muerte. Sin embargo, luego de varios enfrentamientos de la Champions entre clubes rusos e ingleses que terminaron sin incidentes serios, lo ocurrido en el País Vasco fue un regreso poco halagador a los titulares que hinchas rusos generaron en la Eurocopa 2016, celebrada en Francia.

Aún merodean los fantasmas de Marsella y la indignante violencia que se produjo alrededor del partido entre Inglaterra y Rusia. Luego de Bilbao, ha crecido un temor que nunca ha desaparecido totalmente. De hecho, Rusia ha hecho esfuerzos significativos para atacar a las barras bravas en sus propias fronteras por lo cual, la idea del peligro cerca de los estadios parece ser remota (La FIDA no respondió a nuestras reiteradas solicitudes para declarar en la presente nota).

Un hincha ultra del equipo Kyrlia Sovetov, que juega en Samara, quien mantiene nexos con algunos participantes de los incidentes de Marsella, indicó a ESPN FC que la intención de las personas que se han involucrado en la violencia del pasado es mantener bajo perfil.

“El torneo transcurrirá sin grandes excesos”, indicó el hincha ultra, quien habló bajo condición de anonimato. “Muchos de nuestros ultras se encuentran vetados de los estadios incluyéndome. Y ustedes verán cómo trabajan nuestra policía y las fuerzas especiales. Reaccionan mucho mejor y más rápido que lo visto en Bilbao y Marsella”.

Otro ultra, que apoya al Zenit de San Petersburgo, reiteró lo dicho por su colega.

Lo anterior reforzó la impresión dada por un grupo de barristas con quienes me encontré en un bar de Samatra en julio pasado, durante la Copa Confederaciones. El mensaje fue conciliatorio: le daremos la bienvenida y beberemos cerveza con quien nos viste y mantendremos esta actitud mientras nadie actúe de forma violenta para con nosotros. No fue una oferta incondicional de paz, pero al menos existe el reconocimiento implícito que los temidos cuerpos de seguridad rusos, comandados por la FSB, sucesora de la KGB, no tendrá reservas a la hora de actuar.

Durante la presente temporada del torneo ruso, la policía ha actuado fuertemente contra los hinchas en varias ocasiones, entre ellas en un encuentro de alto calibre entre el Zenit de San Petersburgo y el Spartak de Moscú en agosto pasado. Sin embargo, las oportunidades para que se siembre el caos cerca de los estadios este verano son muy remotas: todos los hinchas, rusos o extranjeros, deberán solicitar una “tarjeta de identidad del hincha” para la cual se harán extensas revisiones de antecedentes, tratando igualmente de aminorar los riesgos de reventa de boletos.

El presidente ruso Vladimir Putin firmó el mes pasado una ley que impone fuertes multas para aquellos que vendan de manera ilegal boletos para la Copa del Mundo. El propio Putin se ha mantenido discreto con respecto a sus declaraciones con respecto a los preparativos del torneo. Sin embargo, ha dejado claras sus prioridades: “Debemos escenificar el Mundial 2018 al más alto nivel, y primero que todo, debemos asegurar la máxima seguridad de los atletas y aficionados. Obviamente, usted tiene un rol fundamental en esta tarea”, indicó Putin a la junta del Ministerio del Interior de su país a finales de febrero.

“No tengo dudas que actuarán de forma correcta durante el torneo en cualquier situación que se presente, con estricto apego a la ley. Su trabajo claro y competente afectará directamente la escenificación de este evento y la imagen de nuestro país”.

Rusia, igualmente, ha trabajado a fin de aliviar las preocupaciones de que se pueda generar incidentes racistas y homofóbicos durante el torneo. Aún se mantiene vigente una ley de 2013 que prohíbe “propaganda gay”, lo cual da hacia el mundo una imagen deplorable. Por su parte, Chechenia, cuya capital Grozny será sede del cuartel de la selección egipcia, ha sido acusada de complicidad en la supresión de opiniones políticas y en actos de discriminación contra la mujer y las minorías de orientación sexual diversa.

Alexey Smirtin, jefe anti-discriminación del comité organizador de Rusia 2018, ha desestimado las preocupaciones y dice que la atmósfera que rodeará las sedes mundialistas será cordial. “Sin duda, no habrá estrés y permitiremos que todos se sientan cómodos y seguros en nuestro país”, indicó a la BBC de Londres.

La mayoría de los aficionados harán visitas relámpagos a las ciudades sedes y permanecerán en áreas cercanas a los estadios controladas por la FIFA, reduciendo los riesgos de peligros potenciales o de situaciones incómodas. Sin embargo, aquellos que no viajen dentro de grupos oficiales podrían encontrarse contrariados por los altísimos precios que están cobrando por hospedaje en hoteles y apartamentos en ciudades más pequeñas y con poca tradición turística, como lo son Saransk y Volgogrado, en donde Inglaterra se enfrentará a Túnez.

El diario ruso Komsomolskaya Pravda visitó recientemente a Saransk, donde se les cobró 1.275 libras esterlinas ($ 1,766) la noche por alquilar modestos apartamentos de la era soviética. Una razón por los altos precios es la escasez de hospedaje y otra, que Portugal jugará contra Irán allí y eso genera una alta demanda.

El tema es serio, particularmente porque podría producir que los hinchas se vean obligados a ir a sitios inseguros o sin licencia. Las autoridades locales, hasta ahora, han sido lentas en su actuación. Se espera que, a medida que se acerque la fecha del torneo, redoblen los esfuerzos.

Saransk es una de las sedes cuyos estadios (nuevos, brillantes y, al parecer, muy grandes para los modestos equipos que albergarán a partir de la próxima temporada) han tenido problemas para estar listos a tiempo. El caso más evidente es el de la dramática Arena Cosmos de Samara, la cual se espera no esté lista sino hasta mdiados de marzo y no será sede de partidos hasta el 28 de abril, siete semanas antes de su primer partido del Mundial.

El camino, para muchas ciudades y estadios, ha estado lleno de obstáculos, en la forma de problemas financieros y logísticos. Por dar un ejemplo, los planes iniciales de la Arena Cosmos, que incluye un majestuoso domo, se estimaron en 80 millones de libras esterlinas ($110 millones). Cuando los costos se hicieron demasiado altos, se decidió reemplazarlo por otra estructura valorada en 65 millones de libras esterlinas ($90 millones), la cual también será impresionante.

Sin embargo, no se puede evitar pensar que este será un torneo del cual Rusia gustaría liberarse rápidamente. El gobierno redujo su presupuesto para el Mundial en 430 millones de libras esterlinas ($596 millones) hasta llevarlo a 7.4 billones de libras esterlinas ($10.2 billones) y aunque se ha reducido el alcance del evento, aún parece un emprendimiento económico muy importante durante una época difícil.

“Este es un reflejo de la difícil situación económica pero no debería conllevar efectos negativos en el evento en sí”, expresó en su momento Dmitry Yefimov, representante de la FIFA. Sin embargo, las preocupaciones sobre los costos comparado con el legado a largo plazo y los beneficios que éste podría conllevar nunca han desaparecido.

El 28 de febrero, Rusia recibió una rara dosis de buenas noticias para su escena deportiva cuando se restauró su membresía en el Comité Olímpico Internacional. El escándalo de dopaje amparado por el estado ruso ha hecho mella en su reputación y si bien no ha afectado a sus futbolistas, ha opacado cualquier evento positivo. El Mundial no ha escapado a sus efectos: Vitaly Mutko renunció como jefe ejecutivo de su comité organizador en diciembre pasado luego de haber sido mencionado en una serie de informes relativos al tema.

El lugar de Rusia en el panorama político mundial ha cambiado desde 2010, y su imagen entre otros estados (especialmente en Europa) es la de un socio impredecible y poco confiable. La selección nacional ha experimentado ligeras mejoras bajo la conducción de Stanislav Cherchesov y, tras haber salido favorecida tras el sorteo de grupos, podría conseguir ascender de su actual puesto 61 en los rankings de la FIFA. De los 31 países que clasificaron, solo Arabia Saudita (64) se encuentra por debajo.

Eventualmente, quizás este sea el factor del cual dependa el éxito del evento, asumiendo que las necesidades básicas, como lo son seguridad e infraestructura, sean resueltas de manera satisfactoria. Más allá de los clubes y ciudades importantes, este país no cuenta con una cultura ávida de asistir a encuentros de fútbol: un estudio conducido por DW.com el año pasado mostró que solamente el 17 por ciento de sus habitantes se consideran hinchas del fútbol a largo plazo. Un tercio de ellos indicó que mira partidos ocasionalmente. Necesitarán ser convencidos del hecho que el evento que se escenificará frente a ellos es especial, con Messi, Neymar, una selección nacional emergente o una batalla de grupos entre Panamá y Túnez.

Los boletos se venderán a los aficionados locales en 16 libras esterlinas para la fase de grupos, pero suben de manera dramática para las siguientes etapas, con los boletos de la segunda ronda a precios desde las 29 libras esterlinas. Para muchas personas no se trata de cifras triviales. En 2014, el salario mensual promedio en Mordovia, república de la cual forma parte Saransk, era de apenas 250 libras esterlinas. Las sillas vacías en ciudades menos glamorosas serán una de las mayores pesadillas de la FIFA.

El torneo de Rusia podría, en estos momentos, estar mucho peor de lo visto actualmente. La mayor tarea en los próximos 100 días será convencer a la gente que eso es un hecho.