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La alegría y agonía de alentar al Egipto de Mohamed Salah

El lesionado Mohamed Salah está en una carrera contra el tiempo para llegar a representar a su país en el primer mundial para Egipto en 28 años. MASA

NO CABÍA UN ALMA el 26 de mayo en el establecimiento en Montreal. ¿Qué estaba haciendo yo, pasando mi sábado como espectadora de un club al que no respaldo, jugando contra un equipo que desprecio, en la final de un torneo del cual mi escuadra favorita había sido eliminada vergonzosamente demasiado temprano? Pero tenía que mirar la final de la Champions League rodeada de ruido y estaba decidida a quedarme. Ni siquiera imaginaba que sufriría una angustia digna de una tragedia griega, en una cafetería italiana.

Mientras hacía cola para una copa, buscando con mis ojos un asiento desocupado antes de resignarme a apoyarme contra un mostrador durante 90 minutos, la razón por la cual estaba en el café apareció en la enorme pantalla, y se oyeron gritos de aliento.

Mohamed Salah.

Yo no grité. De ninguna manera pensaba alentar a un jugador del Liverpool en público. Veamos, un día de hace 42 años, con la certeza que puede tener una niña de 9 años, juré fidelidad al Manchester United por toda mi vida. Era una niña egipcia que vivía en Londres, con un padre y un hermano que eran fanáticos de Liverpool, el archirrival de mis muchachos.

Así que allí estaba este mayo frente a una gran pantalla, reflexionando sobre la ironía de cuatro décadas de mi obsesión con el fútbol: El jugador más grande del mundo (¡sí!) es un egipcio que juega para el equipo rojo equivocado en la Premier League.

Desde el primer momento en que Liverpool contrató a Salah en junio del año pasado, mi padre, mi hermano, su mujer y sus cuatro hijos están en el nirvana del fútbol.. He tratado de odiar a Salah;:he tratado de fingir indiferencia por él. Y, sin embargo, estaba mirando en una pantalla de alta definición cómo el equipo rojo equivocado jugaba contra el Real Madrid en la final de la Champions League. Ya había tomado la decisión de lo que haría cuando (no si) Salah anotara. Me quedaría en silencio y dejaría que los fanáticos del Liverpool hicieran todo el ruido.

“Él tiene que anotar rápido”, le dije confiada a mi compañero. "Esa es la única manera de que Liverpool gane. Tienen que sorprender al Real temprano”.

Y entonces, ocurrió: La infracción más maligna en la historia del fútbol. Cuando habían transcurrido menos de 30 minutos del partido, Salah corrió para obtener la pelota con Sergio Ramos, el defensor del Real Madrid, a su lado, cuando Ramos entrelazó su brazo con el de Salah y maliciosamente lo empujó para que cayera peligrosamente al suelo sobre su hombro. Estoy convencida que eso es lo que ocurrió. No es una exageración decir que toda la nación de Egipto y aproximadamente el 75% del público global también están convencidos.

Pero, ¿Salah estaba llorando? ¿Cómo pudo haber ocurrido esto? ¿Cómo era posible que una temporada estelar, plena de récords y premios, terminara con tanto dolor?

Los 32 goles que Salah convirtió en la liga establecieron un récord para una temporada de 38 partidos de la EPL, y su total de 44 goles para Liverpool fue igualado solo por Ronaldo y superado solo por Messi, que anotó uno más. Salah fue votado Jugador del Año por sus colegas jugadores y puede quebrar la hegemonía de Ronaldo y Messi en el Ballon d’Or.

Pero allí estaba Salah, llorando. Se suponía que este sería su día, el partido en el cual este joven de 25 años que había salido de la nada, deleitaría a los espectadores en el más grande escenario de Europa, con un estilo de juego que era la antítesis de la ostentosa ampulosidad de Ronaldo.

Como la mayoría de las historias de éxito, la frase "salido de la nada" no le hace justicia a Salah. Había trabajado esforzadamente durante años para estar en ese campo de juego contra el Real Madrid, luego de comenzar en un mediocre equipo egipcio, y luego pasar por clubes europeos antes de vestir la camiseta roja del Liverpool y tener la mejor temporada de toda su vida. Entonces, ¿por qué estaba saliendo del campo, secándose los ojos con su camiseta? Yo no había elegido esto. ¡Ni siquiera son de mi equipo!

“No puedo creerlo”, le dije a mi compañero. “Se fue”.

Estaba indignada y triste al mismo tiempo. Y preocupada. La Copa del Mundo comenzaría en menos de un mes. No. No. No. Saqué mi teléfono y envié un mensaje de texto a mi grupo familiar de WhatsApp. "Estoy FURIOSA y no puedo imaginarme cómo se sienten ustedes. Sergio Ramos es un matón. ¡Eso fue intencional y merecía una tarjeta roja!".

Yo sabía que mi padre y hermano no contestarían hasta que llegara el descanso, pero tenía que decirles de algún modo lo indignada que estaba. Y entonces, quise salir de ese café. Ya no podía soportar mirar el partido.

Cuando estaba saliendo, escuché a un hombre de Medio Oriente preguntarle a otro: “¿Y qué piensas de tu querido Ramos ahora, eh?”

Muchos egipcios reconocerían la ironía de esa pregunta. La brutal infracción de Ramos dolió más porque, antes de Salah, las estrellas de La Liga como Ramos, Ronaldo y Messi eran los jugadores más queridos en todo Medio Oriente. Eran ganadores, y a los egipcios les gustan los ganadores porque ellos pueden brindarnos las victorias indirectas que ansiamos lograr. Los estadounidenses que son novatos en el fútbol a menudo me dicen que respaldan a Watford o algún otro equipo que carece de súper estrellas. A diferencia de los estadounidenses, que están acostumbrados a dominar, respaldar a los perdedores es un lujo que los egipcios no podemos darnos.

Para comprender cuánto odian ahora a Ramos los egipcios, primero hay que entender cuánto lo amaban antes. Durante la elección presidencial de 2014, que de elección solo tuvo el nombre, algunos votantes protestaron escribiendo "Real Madrid" en su boletas de votos. Un egipcio escribió “Sergio Ramos #HalaMadrid #Nuestro Salvador” y publicó una fotografía de la boleta en las redes sociales.

Pero después de la infracción más maligna en la historia del fútbol, Ramos pasó de ser #Nuestro Salvador a ser #RamoselAnimal (y cosas peores). Una petición para suspenderlo fue firmada por más de 400.000 personas en solo dos días. Un abogado egipcio, según se dice, ha presentado una demanda de 1.200 millones de dólares contra Ramos, citando el "daño físico y psicológico que Ramos ocasionó a Salah y al pueblo egipcio”.

En el descanso, mi hermano respondió a mi mensaje diciendo que su mujer y su hijo mayor habían llorado cuando Salah dejó el campo. Mi madre, que no es fanática del fútbol, publicó una foto de Salah llorando, con el texto "Un hombre cayó sobre su hombro y 100 millones de personas sintieron su dolor”.

“¡Todos en Facebook están fuera de sí!” escribió mi hermana. “¡El fútbol no me interesa para nada, pero lloré cuando vi que él podría estar ausente del Mundial!”

Mi padre nos envió un meme pidiendo a los egipcios cristianos que atacaran a Ramos en los medios sociales durante el Ramadán, el mes santo musulmán, desde el amanecer hasta el crepúsculo.

“Hermanos cristianos, por favor maldigan a Ramos hasta la oración del crepúsculo, cuando nosotros los relevaremos”. Sin perder un minuto, los egipcios cristianos comenzaron su tarea.

Cuando no estaban acosando a Ramos, los egipcios publicaban las últimas noticias que encontraban sobre la lesión de Salah. Algunos publicaron oraciones, otros videos de Ramos haciendo la misma infracción sobre otros jugadores. “¡La ha perfeccionado!” escribían enfurecidos.

Tan amado es Salah que si se presentara en una elección libre y justa para presidente, la ganaría. Él ya tiene una base. En las elecciones de este año, el actual presidente Abdel-Fattah el Sisi, un ex jefe del ejército, compitió contra Moussa Mostafa Moussa, un líder poco conocido de un partido de la oposición. Aunque solo había dos candidatos, Moussa obtuvo el tercer lugar con 656.354 votos, o aproximadamente el 3 por ciento del total. El segundo lugar correspondió a los 1.700.000 votos de protesta que fueron impugnados. Se supo que un gran porcentaje de esos votos tenían el nombre de Salah escrito.

Salah es la alternativa de todos para el jefe del ejército que se apropió de nuestra revolución del 25 de enero de 2011, y que gana "elecciones" por un aplastante 97%. Salah es alegría en un país cuyas cifras de desempleo e inflación tienen dos dígitos. Salah es un joven proveniente de una aldea de Egipto cuyo nombre es ahora coreado semanalmente en uno de los estadios más famosos del mundo. Salah es el recordatorio de que cuando se le brinda la oportunidad –una oportunidad que le ha sido denegada a muchos jóvenes egipcios por regímenes corruptos respaldados y armado por aliados occidentales –un egipcio puede anotar tantos goles como Ronaldo.

Y Salah nos hizo participar en la Copa del Mundo por primera vez en 28 años.

Salah no había nacido todavía cuando Egipto se clasificó por última vez para la Copa del Mundo, en 1990. Mis padres no habían nacido en la oportunidad anterior, cuando Egipto se convirtió en el primer país africano en clasificarse, en 1934. Y eso es así. Tenemos una larga historia en el fútbol, pero Rusia es nuestra mejor oportunidad para lograr el éxito internacional.

Y amigos, ¡vaya si estaban tensos nuestros nervios en ese partido de octubre contra Congo, que decidía si le pondríamos fin a nuestra sequía de la Copa del Mundo! No lo pude ver, pero lo seguí por Twitter. Salah anotó el primer gol justo antes del descanso. Mis menciones se inundaron de felicitaciones. ¡Podemos hacerlo! Honestamente, nuestra falta de capacidad para clasificarnos es una inagotable fuente de burlas y dolor en Egipto. ¿Cómo podemos haber ganado la Copa de las Naciones de África siete veces –¡el máximo del continente!– y aún así solo habernos clasificado dos veces para la Copa del Mundo? Así que cuando Salah nos puso en ventaja, lo impensable no resultaba tan absurdo.

Y, entonces, Congo empató en el minuto 87. Salah se tomó el rostro con ambas manos y se derrumbó sobre el campo. No hay artificios en él; es todo sinceridad. "¡Estamos malditos! ¡Malditos!" Grité en mi teléfono.

Se agregaron cinco minutos por interrupciones, y entonces sucedió el milagro. Un jugador egipcio fue derribado en el área y se nos concedió un penal cuando solo faltaba un minuto. Desde luego, la ejecución recayó en los hombros de Salah. (Ramos dañó a un manto de acero metafórico). Imaginen los nervios de Salah cuando colocó la pelota en ese punto de penal.

Y luego, imaginen la euforia cuando su pie izquierdo lo dirigió justo dentro del poste derecho.

Salah ha traído a los egipcios la máxima alegría desde que la revolución de 2011 forzó a Hosni Mubarak, nuestro dictador durante 30 años, a dimitir. Él ha unido a las personas en un país donde este deporte juega un papel tan importante en el panorama político que se lo ha asociado con muerte y detenciones.

En febrero de 2012, más de 70 personas, muchas de las cuales eran miembros de Ultras Ahlawy, un grupo de apoyo para el principal equipo de fútbol de Egipto, Ahly, fueron asesinados después de un partido en Port Said con el eterno rival, Masry. Ultras Ahlawy afirma que la policía no hizo nada mientras los fanáticos de Masry atacaban con machetes, estrangulaban con las bufandas de los equipos y los empujaban al vacío desde lo alto del estadio; en cambio, la policía apagó las luces y cerró con soldadura las puertas, lo que provocó una estampida mortal. El gobierno culpó a las víctimas; los Ultras insisten en que fueron castigados por el papel clave que desempeñaron en las protestas que derrocaron a Mubarak.

Después de Port Said, se prohibió la entrada de público en la mayoría de los partidos de la liga doméstica, con el pretexto de su seguridad, pero probablemente para impedir que los Ultras usaran los partidos para organizar la oposición al régimen.. Tres años más tarde, justo antes de que se volviera a permitir el acceso de los fanáticos a los partidos, más de 20 personas, la mayoría de ellos fanáticos de Zamalek, murieron en una estampida después de que la policía usara gases lacrimógenos para dispersar una multitud que intentaba entrar a un estadio antes de un partido. Los Ultras de Zamalek, los Caballeros Blancos, también creen que ellos fueron el objetivo de la policía.

Se volvió a prohibir la entrada de los fanáticos. Este mayo, tanto los Ultras Ahlawy como los Caballeros Blancos se disolvieron. La prohibición sigue vigente.

Los críticos dicen que Salah debería expresar sus preferencias políticas, que el régimen tratará de explotar el éxito del equipo nacional. Imaginen la presión que soporta ahora, sabiendo que Egipto lo necesita más que nunca. Después de la final de la Champions League, el director técnico del Liverpool, Jurgen Klopp, dijo que la lesión de Salah era "realmente grave". Los medios especularon que estará inactivo durante seis semanas, o tal vez dos meses. Cuatro días más tarde, el 30 de mayo, el médico del equipo de Egipto se encontró con Salah, luego de lo cual, la asociación de fútbol dijo que su ausencia "no superaría las tres semanas".

Al recibir estas noticias, todos los egipcios comenzaron a hacer vertiginosos cálculos: Jugamos con Uruguay el 15 de junio, luego con Rusia, el equipo local, el 19 de junio y con Arabia Saudita el 25 de junio. Así que probablemente vuelva para jugar ante Rusia.

Mi familia ha analizado todos los escenarios posibles para acceder a la ronda de 16 equipos. Una saludable dosis de optimismo con un golpe de vana ilusión es un requisito obligado para su un fanático del equipo nacional de Egipcio preparándose para su tercera Copa del Mundo... y eso era antes de la infracción más maligna en la historia del fútbol.

La alegría de 100 millones de personas ahora descansa en el hombro lesionado de un solo hombre. Otros jugadores egipcios han tenido éxito internacionalmente. Pero ninguno con la dimensión y la rapidez de Salah. Nadie ha tomado corazones quebrados demasiadas veces por infortunios, e imaginaciones sofocadas por la tiranía, para llenarlos de fé de la manera que lo ha hecho Salah. ¡Cúrate por favor! ¡Estamos deseando que su hombro lesionado nos de una oportunidad!

Todo lo que esta egipcia fanática del Manchester United desea es lo que el 99,9 por ciento de mi pueblo ha tenido durante toda la temporada: una oportunidad de alentar a Salah.

Escritora feminista, oradora en público y fanática del Manchester United de toda la vida, Mona Elthawy es la autora de Headscarves and Hymens: Why the Middle East Needs a Sexual Revolution (Pañuelos e hímenes: Por qué Medio Oriente necesita una revolución sexual).