MOSCÚ (Enviado especial) -- Se sabe que no es fácil llegar a una Copa del Mundo. Lo que pocos creían es que Argentina iba a tener que recorrer un camino tan sinuoso.
Tres entrenadores en las Eliminatorias Sudamericanas, angustiosa clasificación en la última fecha en Ecuador y una serie de eventos desafortunados a pocos días del inicio del Mundial.
Por eso la actividad que llevó a cabo el plantel de Sampaoli el lunes en Bronnitsy fue un bálsamo. La obligación que le impuso la FIFA a las selecciones se transformó en una enorme oportunidad para mostrar otra cara.
Con Messi a la cabeza, Argenina protagonizó una práctica abierta en la que predominaron las sonrisas. Los privilegiados espectadores cumplieron su sueño de ver a sus ídolos de cerca y los más chicos hasta se llevaron fotos y autógrafos.
Por un rato, nadie recordó lo que generó la desafectación de Romero, el sugestivo posteo en redes sociales del padre de Guzmán, ni la grave lesión de Lanzini que obligó al llamado a último momento de Enzo Pérez.
Pasó al olvido la inocente foto de Ansaldi que provocó un sorprendente revuelo, la fallida visita al Papa Francisco y la cancelación del amistoso con Israel. También se dejó de hablar sobre un supuesto acoso y de un video viralizado con malas intenciones.
Era necesario un poco de aire fresco. Que se hable solo de lo futbolístico, de las dudas en la alineación, de lo que pueden generar los rivales. De poner la cabeza en el principal objetivo: ganar la Copa del Mundo.