Fútbol Americano
Bernardo Pilatti | ESPN Digital 6y

Japón, sus tres mosqueteros y el "gato por liebre"

La Segunda Guerra Mundial partió en dos a la historia del futbol mundial. Lo detuvo por más de una década. Esa detención afectó a unos más que a otros. Japón estuvo entre esos más. Reconstruir el país, limpiar heridas, pagar la culpa de los perdedores, le llevó mucho tiempo al país del sol naciente y el fútbol fue parte en ese recuento de los daños. Sin embargo, la reconocida constancia y disciplina nipona los llevó a los primeros planos.

Primero dominaron su continente, donde ganaron cuatro veces la Copa Asiática, ganaron la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 1968, clasificaron de manera consecutiva a seis copas mundiales (1998, 2002, 2006, 2010, 2014 y 2018) y lograron ser vice campeones en la Copa FIFA Confederaciones 2001.

Solo en dos de esas cinco copas anteriores a la actual (Rusia 2018), los japoneses lograron avanzar hasta octavos de final. Y ese parece ser su techo, el buen desempeño asiático no han logrado traducirlo en un crecimiento en el primer plano universal.

Han invertido en llevar buenos jugadores, han capacitado a sus entrenadores y han creado entusiasmo por este deporte a partir de su primera participación mundialista (1998) y la organización conjunta con Corea del Sur del Mundial de 2002, pero han chocado contra sus propios límites, algo que está pendiente de ratificar en Rusia.

Sin embargo, en el primer tramo de este milenio hubo razones para imaginar otra historia. Fue cuando, imprevistamente, Japón se convirtió en un exótico exportador de jugadores profesionales hacia las Ligas Europeas.

La repercusión que ello podría acarrear y en especial la influencia económica que ello traería a los equipos receptores, imaginando una expansión hacia el continente asiático, abrió la puerta a esos embajadores deportivos.

La mayoría pasó sin pena ni gloria por los campos europeos, excepto tres honrosas excepciones – nuestros tres mosqueteros – y un cuarto embajador que rompió el molde de sus expectativas promocionales. Es el “gato por liebre” del cuento, pero vamos por partes.

LOS TRES MOSQUETEROS

Uno triunfó en Italia y la Liga Premier de Inglaterra, el otro fue un goleador en Holanda, Italia y terminó jugando en la Liga Mexicana. El restante, fue el primero en anotar un gol japonés en la UEFA Champions League y su dimensión futbolística en suelo europeo llevó a que en su honor un asteroide fuera bautizado con su nombre. Hidetoshi Nakata, Keisuke Honda y Shunsuke Nakamura han sido la excepción que rompió la regla,los mosqueteros que permitieron soñar despiertos a los fanáticos nipones.

Hidetoshi Nakata integró la selección nacional en 77 oportunidades, disputó tres mundiales, dos juegos olímpicos y diversos equipos profesionales europeos como Parma y Fiorentina de Italia, cerrando ese ciclo en el Bolton Wanderers de la Premier League de Inglaterra, para anunciar su retiro de las competencias profesionales el 3 de julio de 2006. Actualmente se desempeña en el campo del modelaje y gestiona una fundación.

Dos años después del retiro de Nakata, en 2008, Keisuke Honda empezó su historia europea cuando lo firmó el centenario equipo neerlandés VVV-Venlo que milita en la Eredivisie.

Su goleo y buenas actuaciones lo llevaron a firmar a finales de diciembre del 2009 con el PFC CSKA Moscú de la Liga Premier de Rusia, mientras que en 2013 fue contratado por el AC Milan con quienes permaneció por cuatro temporadas y el año anterior se vinculó al Club Pachuca de la Liga Mexicana. Honda integra el equipo japonés en Rusia.

De los tres, Shunsuke Nakamura, es quien alcanzó mayor nivel de destaque, tanto en el balompié asiático como en el europeo, donde se convirtió, el 13 de diciembre de 2006, en el primer jugador japonés en anotar un gol en la UEFA Champions League militando para el Celtic de Glasgow (Escocia). Su dimensión deportiva llevó a que en su honor, el Asteroide “29986 Shunsuke” haya recibido ese nombre.

En veinte años de carrera, Nakamura defendió a Yokohama Marinos (Japon). Reggina (Italia) Celtic (Escocia) y al Espanyol (España).

Luego, regresó a Yokohama, para finalizar desde el 2017 en el Jubilo Iwata. En 22 partidos en Europa anotó 45 goles, mientras que con la selección mayor disputó 98 juegos entre 2000 y 2010, anotando 24 goles.

Pero la historia de los mosqueteros del Sol Naciente pudo tener un cuarto integrante, también jugador del Yokohama Marinos. No referimos a Shoji Jo, un goleador de enorme proyección en el segundo tramo de los 90’. Fue internacional de su país en 27 ocasiones y anotó siete goles, tras defender al combinado nipón en la Copa Asiática 1996, los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, el Mundial de Francia 1998 y la Copa América 1999.

Al igual que los tres mosqueteros, de Shoji Jo se esperó que tuviera una exitosa actuación en las Ligas Europeas. Con seis años como profesional en Japón, dos años antes del mundial celebrado en Corea-Japón, fue cedido, con opción de compra, al Real Valladolid de España.

Su pase, en cierta forma fue histórico, ya que fue el primer futbolista nipón en militar en algún equipo de la primera división española. Con el Valladolid, disputó apenas quince partidos y anotó dos goles, antes de regresar a Japón hasta su retiro en el 2006.

Su regreso fue forzado por una lesión en la rodilla, que en la época se convirtió en un verdadero culebrón y dejó instalada para siempre en el imaginario de los fanáticos del “Submarino Amarillo”, la sensación de que además de ser el primer japonés, Shoji Jo, fue el primer “gato por liebre japonés” de La Liga.

LA ANÉCDOTA; “Gato por Libre”

Shoji Jo llegó al Valladolid en el mercado invernal del 2000, cedido por el Yokohama Marinos de la J-1 League japonesa a cambio de 400 millones de las antiguas pesetas y fue un verdadero fenómeno social. La ciudad empezó a ser frecuentada por la prensa nipona, luego los fanáticos que organizaban viajes desde Japón a Castilla y León para ver al primer coterráneo de la Liga Española al que alentaban desde la platea hasta con banderas de su país. Los diarios de la época señalan que lo de Shoji fue más notoriedad que rendimiento. De 15 partidos que jugó, fue titular en 12 y anotó apenas  dos goles, ambos en un mismo partido contra el Real Oviedo.

Luego, sufrió una lesión en la rodilla que destapó un verdadero culebrón. Cuando Jo acusó los dolores en la rodilla, los médicos constataron que carecía del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda. El jugador adujo que era así de nacimiento lo que a todos sonó a "cuento de camino". Al parecer, se trataba de una rotura sufrida tiempo atrás en Japón y que no fue operada. Por ello, el ligamento roto se reabsorbió permaneciendo oculto.

De acuerdo con una crónica de la época, publicada por EL PAIS de Madrid, el jefe de los servicios médicos del club, Armando Barrasa, fue el primero que le examinó. "Nada más volver de Japón con dolores en la rodilla le hicimos una resonancia magnética, le vimos el líquido sinovial y todo eso, y vimos que no tenía ligamento. Así que dimos por sentado que estaba recién roto. Por eso dijimos que había que operar y predijimos seis o siete meses de baja", explica Barrasa.

"Eso le dijeron al futbolista, pero su padre reaccionó en contra. Pensó Hidenori Jo que hubo falta de comunicación y que su hijo no supo explicar sus antecedentes médicos. Exigen un nuevo reconocimiento y Jo se va a París, donde lo examina Saillant, el cirujano que operó a Ronaldo en noviembre. Y empieza a descubrirse el pastel”.

El caso generó una histórica discusión entre los especialistas y tomó relevancia la existencia de muchos jugadores de primer nivel que desarrollaron una buena carrera a pesar de faltarle los ligamentos, como fue el caso del mexicano Hugo Sánchez. No obstante, se aclaraba que la carencia se podía suplir con “una hipertrofia del cuádriceps".

El problema es que para superar la tara, habría que poseer unos cuádriceps de Superman, de lo contrario “ese futbolista sería mucho más propenso a sufrir una rotura del menisco interno o externo” Y el pobre Jo, jamás tuvo ni tendría un cuádriceps, tipo Superman, “más bien normalitos”, decía la nota.

"Con casi todos con los que he hablado coinciden en que tuvo una lesión de rotura del ligamento, en que no se operó, de hecho no tiene ninguna cicatriz en la rodilla, y en que le recomendaron que musculara para superarlo".

"El Valladolid se siente, en cierta manera, engañado. "En el informe del Yokohama [el club que cedió a Jo a los pucelanos con opción de compra a final de temporada] no se hablaba nada de esa lesión", se lamentó en ese momento Armando Barrasa.

O sea, les vendieron “Gato por Liebre”.

NOTA DEL EDITOR: Esta columna histórica es parte de la serie de ESPN Digital, El Mundial 32x32, que acompaña el camino de sus 32 selecciones a través de 32 historias originales.

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