Fútbol Americano
Damián Didonato 6y

Vale lo que cuesta

KAZÁN (Enviado especial) -- A veces, es imposible comprender el valor de ciertos resultados en el momento. Una victoria que puede parecer consecuencia lógica de la superioridad de un equipo sobre otro se transforma con el tiempo en un resultado que cambió la historia. España le ganó a Irán pero esos tres puntos lejos estuvieron de ser el trámite que suponen los nombres propios. Quizás, la Roja logró en Kazán un triunfo que la impulse para gestas mucho más trascendentes.

Desde que Carlos Queiroz se hizo cargo de la Selección en 2011, Irán no paró de evolucionar. No sólo en lo que tiene que ver con sus actuaciones en torneos internacionales, sino en infraestructura y proyecto integral. Hace cuatro años estuvo a punto de empatarle a la Argentina de Lionel Messi, luego subcampeona, y en el debut en esta Copa del Mundo le ganó a un Marruecos que llegaba con un largo invicto y grandes ambiciones. Por eso, cualquiera que conociera mínimamente los antecedentes, no podía decir que era un partido fácil para los españoles.

Miles de iraníes coparon las calles de Kazán y fueron amplia mayoría en el estadio, por lo que a la dificultad propia del partido para el cuadro europeo se le sumó un ambiente que lo hizo sentir visitante. Es una constante en este Mundial: las Selecciones de Europa por lo general son alentadas por un número menor de hinchas que las de Asia y, sobre todo, América Latina.

Le costó y mucho al equipo de Fernando Hierro superar a un rival disciplinado y trabajador. Por eso es tan importante haber triunfado. Porque en España aún resuenan los ecos del escándalo de la salida de Julen Lopetegui y el empate contra Portugal no alcanzó para olvidar las penas, más allá del gran rendimiento colectivo. La Roja necesitaba ganar para terminar de afianzar el liderazgo del nuevo DT y emprender rumbo hacia los octavos de final. Que el trámite del partido haya sido tan complejo le da todavía más valor.

Irán jugó como se esperaba: compacto, con los diez jugadores de campo siempre juntos, en 20 metros. En el final del primer tiempo, incluso jugó con una línea de seis en el fondo, para que el juego de España se detuviera en las inmediaciones del área. Jugar de esa manera y no sufrir requiere un gran trabajo que Queiroz hizo en los últimos años. Su equipo es consciente de sus límitaciones y sabe muy bien a lo que juega. Son solidarios e inteligentes para las coberturas. Eso es más de lo que varios conjuntos más poderosos demostraron en este campeonato.

España también hizo lo que siempre hace: tuvo la posesión de la pelota la mayor parte del encuentro y tocó con paciencia hasta encontrar el momento justo para profundizar. El problema fue que lo encontró muy pocas veces. Por el esfuerzo iraní y por fallas propias de movilidad, no tuvo muchas situaciones de gol y abrió el marcador solo gracias a un rebote afortunado en Diego Costa después de una gran jugada y un pase de Andrés Iniesta en su único instante de libertad cerca del área.

Tras el gol, Irán salió de su campo y demostró que también puede jugar. En ataque se pudo ver el mismo trabajo que en defensa. Toques cortos, desmarques y buen juego aéreo. Tuvo un par de situaciones muy claras y hasta marcó un gol anulado por posición fuera de juego a instancias del VAR.

España no jugó todo lo bien que puede pero logró una victoria tan valiosa como duro fue el rival. En este Mundial en el que nadie saca grandes diferencias y en el que los candidatos pasan aprietos en todas sus presentaciones, ganarle a un advesario tan sólido puede darle a España un impulso que necesitaba después de los días convulsionados. Dentro de menos de un mes sabremos cuál es el valor real de estos tres puntos logrados en la noche tártara ante miles de iraníes orgullosos de su Selección.

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