Fútbol Americano
Jordi Blanco | ESPN Digital 6y

Coutinho, el salvador de Brasil y verdugo de Costa Rica

Neymar llorando, de rodillas y de manera tan plástica y mediática, se convirtió en la última imagen televisiva del partido en el que Brasil puso un pie en los octavos de final y mandó para casa a Costa Rica, solvente y sufridora en la primera mitad, solo sufridora en la segunda y rendida en tiempo añadido ante la aparición fulminante de Coutinho.

El azulgrana, mejor futbolista en el estreno frente a Suiza, volvió a ser trascendental en una canarinha agobiada cada vez más con el paso de los minutos, incapaz de hacer valer su superioridad y que arrastró todo lo que pudo y más a los Ticos pero falló de manera a veces incomprensible ante la magnificencia de un Keylor Navas que rozó la excelencia.

Esperando a un Neymar que volvió a quedar lejos de lo esperado, mejor que en el estreno pero sin ser el líder indiscutible que debería y que comienza a impacientar en Brasil, la canarinha sufrió lo indecible… Y estalló de felicidad gracias a Coutinho. Otra vez el mejor. Y el salvador.

A los de Óscar Ramírez les faltó la presencia de sus jugadores con mayor calidad, comenzando por un Bryan Ruiz que se jugaba en Rusia su futuro a primer nivel y que pasó en silencio, prácticamente sin dar señales de vida y que penalizó, demasiado, las aspiraciones de su equipo.

MÁS ALLÁ DE NEY

Claro que, enfrente, Brasil acusó otro partido más que discreto de Neymar, que llegó a provocar un penalti que se convirtió en el primero anulado por el árbitro con ayuda del VAR. La canarinha, sin embargo, supo sobreponerse al mal desempeño del crack. Si Argentina no es nada sin Messi, la selección de Tite disfruta de Coutinho. Y de Gabriel Jesús, Willian o Douglas Costa o… Existe la estrella pero por encima manda el colectivo.

Teatrero y protestón, Ney acabó la primera mitad encarándose con el árbitro en el túnel de vestuarios y finalizó el partido marcando el 2-0 a placer, después de quejarse, insultar, lamentarse o mostrarse sin más. Y antes de llorar, claro. Ávido de la atención de las cámaras, mientras sus compañeros se abrazaban con Coutinho en el centro, el jugador del PSG robó el plano, otra vez, para convertirse en el protagonista final de un partido en el que, otra vez, no lo fue.

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