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NIZHNI -- Inglaterra había logrado lo que parecía imposible. Y no, no se trata de marcar por primera vez en su historia mundialista 6 goles en un mismo partido. Hicieron lo que nadie: silenciar, momentáneamente, a una de las aficiones más alegres de Rusia 2018. Porque si fallaron en el objetivo de mantener un orden defensivo perfecto, no querían fallar en la promesa de ir por el gol. Y eso hicieron. Con el carro con exceso de equipaje, con la goleada a bordo, siguieron tirando hacia adelante. Hasta que llegó. Y allí apareció Felipe Baloy para devolver a sus compatriotas a su estado natural: la alegría. La tarde en Nizhni pasó a ser distinta. Los panameños sólo necesitaban de un motivo para celebrar. Y asumo, al igual que los canaleros, que un primer gol en un Mundial es uno realmente bueno. Nunca volvieron a sentarse. Nunca más volvieron a callarse. La tarde redonda para los de Southgate terminó opacada con los gritos rusos en un español, casi fluido, de “vamos Panamá”, que se cruzaban con aquella canción que no deja de sonar en mi cabeza… “sele, aquí está tu barra”. No pararon de cantar. Lo que fue un partido duro, durísimo, para los del Bolillo, terminó generando una verdadera fiesta en las afueras del estadio. Una por la que pasaron algunos ingleses en solitario y un desfile de otros en conjunto. Mirando de reojo. Panamá y Baloy terminaron robándose el show. Como lo han hecho desde que comenzó el Mundial. Porque cierto, salieron goleados, pero nunca con el alma tocada. Porque se han paseado desde la creencia de que podían, a ser arrollados por una realidad liderada por el balón parado de Inglaterra y del, por ahora, goleador del torneo, Harry Kane. Si lo permite Cristiano. Inglaterra fue más. Pero Panamá suma. Añadió otra página a su historia mundialista. Una que hoy mereció ese grito de gol desgarrador. Uno que ensordeció a Nizhni. Uno que silencia a las críticas. Uno que llegó hasta Centroamérica. Ahora, los canaleros van por Túnez. Un rival que logró marcarle dos goles a Bélgica. Deben recoger los vidrios y rearmarse. Porque si algo demostraron dentro y fuera de la cancha, es que tienen energía para seguir caminando hacia adelante. Dando pequeños pasos de crecimiento futbolístico.
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