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Rojo, el héroe de la agónica clasificación argentina en Rusia

KAZÁN (Enviado especial) -- Ya no había ni aire ni ideas ni fútbol. Sólo fe. Y no demasiada. El fantasma de otras derrotas ya se había hecho omnipresente, inevitable. Conocido. Entonces, el destino que es criollazo puso al jugador menos pensado en el sitio menos pensado. Sin más impulso que una confianza a prueba de la realidad de los últimos años, Marcos Rojo fue el héroe de la victoria más dramática y más festejada de Argentina en una fase de grupos de Copa del Mundo.

Había sido el mejor jugador del equipo durante todo el partido. Por energía, por carácter y por inteligencia. Sostuvo a la Selección durante el buen primer tiempo colectivo y sacó garras en los peores momentos. Quizás por eso cuando se convirtió en el héroe de la clasificación no sorprendió demasiado. Como si fuera el único desenlace posible. Pero su posición a los 41 minutos del segundo tiempo en una jugada aislada no fue normal. Es difícil explicar qué hacía Marcos Rojo en ese instante en el punto penal del área rival. Tan difícil que quizás no haga falta buscarle explicación.

Después de su actuación consagratoria en Brasil 2014 como marcador de punta izquierdo, el platense fue contratado por Manchester United y dejó de ser el ilustre desconocido del once titular de Alejandro Sabella para convertirse en uno de los símbolos de esta generación. Hace cuatro años fue pilar por las mismas razones por las que hoy fue figura. Entre ambos Mundiales, su actuación fue tan discreta que hasta hubo quienes dudaron de su convocatoria. Incluso, lo hecho frente a Croacia despertó dudas que sólo fueron disipadas por su descomunal tarea contra Nigeria.

No es una irresponsabilidad decir que nadie confiaba en Rojo. Las voces de reprobación por su presencia en el once inicial se repetían. Eran fuertes, pero se callaron muy rápido. En su primera intervención, anticipó y tocó rápido y a partir de allí quedó claro su presencia como líder absoluta de la presión argentina. Desde su capacidad para anticipar y cortar nació el buen juego del equipo en la primera etapa. Desde el fondo, sostuvo la idea de posesión y toque que justificó la ventaja en la etapa inicial.

Los fríos números dicen que el jugador surgido de Estudiantes de La Plata tocó la pelota 79 veces y completó 58 pases, con un 72 por ciento de aciertos. Que pateó al arco sólo una vez, que cometió dos infracciones y que realizó dos entradas. Datos que no alcanzan para medir su influencia. Desde su capacidad de marca y su sacrificio nació el ímpetu de Argentina para ir a buscar el triunfo. Fue fundamental no sólo por el gol, sino por el contagio.

¿Qué habría pasado si en lugar de Marcos Rojo, un humilde defensor, en ese preciso lugar hubiera estado uno de los delanteros? La presión que vivió el seleccionado en los últimos años se ha comido a muchos de los atacantes más certeros del mundo. Goleadores temibles que rompen redes en las ligas más prestigiosas sucumbieron con la camiseta nacional. En este mismo encuentro Gonzalo Higuaín tuvo una oportunidad clarísima y la tiró a las nubes. En ese sitio debería haber estado un delantero. Pero el fútbol casi nunca sigue la lógica y allí estaba uno de los tres defensores que quedaban en la cancha.

"Se los había dicho el otro día, a Ever y a Ota, que iba a hacer un gol y se rieron", dijo Rojo minutos después del final del encuentro y agregó: "esto recién empieza". En las próximas horas llegará el momento de analizar lo hecho por Argentina y el cambio entre la actitud y el juego del primer tiempo y los del segundo. Ahora, sólo queda reflexionar acerca del destino y, quizás, creer en las palabras de un hombre que llegó como el más discutido y hoy es un ídolo nacional.