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"Qué bien suena eso". Cuando Roberto Martínez llegó a la entrevista exclusiva con ESPN en el centro de entrenamiento de la Selección de Bélgica ubicado en Dedovsk, escuchó la frase "aquí viene un semifinalista del mundo". Entonces se le iluminó la cara, como si esa hubiese sido la mejor forma de darle la bienvenida. A horas del partido más importante de su carrera y el más importante del país en el que trabaja, el entrenador español de los Red Devils se mostró sereno, amable y confiado en charla con ESPN. Después de un entrenamiento que transcurrió entre la lluvia y el sol, el técnico del seleccionado que enfrentará a Francia en una de las semifinales de la Copa del Mundo se tomó unos minutos para contar sus sensaciones en el momento cumbre de su vida deportiva. Es que después de varios años en los que amagó con dar el salto definitivo hacia la gloria, la generación dorada de Bélgica está a dos partidos de la hazaña. Y mucho tiene que ver este cuerpo técnico en eso. Cuando el seleccionado nacional quedó eliminado en cuartos de final de Brasil 2014, el pueblo belga sufrió pero sabía que el futuro iba a ser mucho mejor. Tenía una certidumbre basada en la generación más brillante de la historia de ese país. Jugadores menores de 25 años que aún debían desarrollar todo su potencial. La meta real, posible, era alcanzar lo más alto en Rusia 2018. "Este grupo está trabajando de forma fenomenal desde hace años y merece estar en este sitio", declaró Martínez en el comienzo de la entrevista. El DT nacido hace 44 años en Balaguer (Catalunya) no tiene el semblante de un hombre que llegó a la encrucijada de su vida. Está tranquilo y no da muestras de sentir presión alguna. Sonríe, mezcla el inglés y el español para saludar a los periodistas que trabajan en el lugar de entrenamiento y exhibe una calma muy extraña para alguien en su situación. Es que él sabe que lo precede un trabajo de dos años en los que sólo se dedicó a preparar estos siete partidos. Y que sus jugadores están tanto o más comprometidos que él para alcanzar el objetivo. "Lo más importante que trabajamos es la noción de ser un equipo. El talento individual es importante pero para competir en este tipo de torneos es necesario jugar como un conjunto". La concentración mundialista de Bélgica comenzó hace siete semanas con la convicción de que la única forma de hacer valer el potencial individual de sus elementos era crear un espíritu colectivo que los excediera. Lo hecho ante Brasil fue una muestra de que esa meta se cumplió. Los Red devils nunca estuvieron tan cerca del cielo. En México 1986 alcanzaron también las semifinales, pero en el camino vencieron a Unión Soviética y a España por penales. Ahora la víctima en cuartos fue el pentacampeón y eso le da otro valor a esta campaña. "Debemos ir a lo desconocido. Bélgica nunca estuvo en esta situación, más allá de lo de 1986. Tenemos que estar preparados como grupo, no como conjunto de individuos. La idea ante Francia es ser nosotros mismos". Para el entrenador, Bélgica y Francia tienen dos vestuarios similares. "Son dos seleccionados con grandes futbolistas, juventud y experiencia. Son dos equipos muy parecidos en cuanto al potencial individual. Contra Mbappé hay que tener anticipación, estar bien posicionado, defender el espacio antes del jugador. Pero también es importante tener en cuenta al resto. El dibujo de ataque de Francia es muy completo". A horas del partido que puede cambiar su vida y la del país que representa, Roberto Martínez se apoya en las mismas dos palabras que le sirvieron para lograr un triunfo épico en Wigan: "sin miedo". "Este grupo tiene que jugar sin miedo. Si jugamos con miedo, se van a reducir nuestras opciones. Esto es como viajar a la luna. Debemos hacerlo con una gran ilusión".
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