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Los retos de Luis Enrique

MADRID -- Luis Enrique toma las riendas del banquillo de España dividiendo opiniones. Después de gozar de un año sabático tras conquistar nueve títulos con el Barcelona, incluido el segundo triplete en la historia del club catalán en 2015, el entrenador asturiano se hace cargo de la selección española por los próximos dos años, hasta la Eurocopa de 2020, ante el regocijo de quienes ven en él la esperanza de un cambio radical y necesario en las filas del equipo español, y los que miran su designación con escepticismo debido a su carácter poco conciliador.

Luis Enrique tiene varios problemas que resolver antes de entregar su primera lista, el próximo 31 de agosto, antes de medirse a Inglaterra y Croacia en la Liga de Naciones de la UEFA a principios de septiembre.

El asturiano llega en un momento delicado para la selección española, tras la eliminación en la tanda de penales por Rusia en los octavos de final de la Copa del Mundo; el tercer gran fracaso de la Roja en cuatro años después del decepcionante mundial de Brasil 2014 y una deslucida Eurocopa 2016.

Un fracaso desatado por una crisis interna tras el despido de Julen Lopetegui, que ha dejado una fractura entre Federación y jugadores.

Luis Enrique tendrá que tender un puente entre el presidente Luis Rubiales y los jugadores base de la selección, quienes ven en la pérdida de “su líder” y la “inestabilidad” uno de los motivos para el fracaso en la última aventura mundialista.

No será fácil. Según reconoció Luis Rubiales, la decisión ha sido tomada de manera “unánime” por su junta directiva, pero de manera unilateral, pues no han sido consultados los jugadores base de la selección – empezando por el capitán Sergio Ramos.

Y más difícil resultará su labor conciliadora pues tiene ante sí pues su primera gran misión será confeccionar al primer equipo de la era ‘post Iniesta’ sin tocar el bien más preciado a ojos de prensa y afición españolas: el estilo que tanto éxito les dio entre 2008 y 2012.

El mediocampista, piedra angular de esa era dorada, ya ha anunciado su retiro internacional tras el encuentro frente a Rusia, el que a la postre se convirtió en su “triste despedida”. Con él, se marchan también Gerard Piqué – en un retiro anunciado desde 2016 –, Pepe Reina y muy probablemente David Silva. Salvo el arquero, veteranos todos de más de 100 batallas.

De los pesos pesados queda solo el capitán, Sergio Ramos, el jugador de campo con más partidos disputados con la Roja (156).

Pero su llegada pone en peligro incluso su continuidad. Y no solo la del capitán. Queda por ver si conservará a ese bloque formado por Julen Lopetegui, que tiene por base a varios jugadores del Real Madrid Sergio Ramos, Carvajal e Isco, un portero duramente cuestionado, David De Gea, y un delantero aún más criticado Diego Costa.

Además, tiene cuentas pendientes que resolver con Jordi Alba, otro indiscutible para los últimos dos entrenadores a tiempo completo, Vicente del Bosque y Julen Lopetegui, e incluso para el interino Fernando Hierro. El lateral se convirtió en su opositor más visible de Luis Enrique después de perder la titularidad bajo su mando al no tener lugar en una defensa de tres hombres, e incluso se llegó a especular con su salida del club.

“En el Barcelona no tengo la confianza que tengo en España”, llegó a decir el lateral en la recta final de la campaña 2016-17.