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Desaparece la tendencia del gran fichaje tras el Mundial

MOSCÚ – Está muriendo una gran tradición futbolística: el gran fichaje del Mundial.

Tal y como ha sido el caso durante décadas, algún jugador desconocido para muchos hechizaría al orbe con un gol inolvidable o varios dribles brillantes en una Copa del Mundo o una Eurocopa. Algún club importante, que trata a ese torneo como una oportunidad de reclutamiento, adquiriría sus derechos. El fichaje de “la estrella del Mundial” deleitaría a los aficionados y medios. Sin embargo, usualmente todos terminarían lamentándolo.

Tomen por ejemplo el fichaje del mediocampista danés John Jensen por parte del Arsenal en julio de 1992. En el mes anterior, anotó un gol de larga distancia cuando Dinamarca sorprendió venciendo a Alemania en la final de la Eurocopa. George Graham, en aquél entonces técnico del Arsenal, dijo a los medios que Jensen era un mediocampista con capacidad goleadora.

Excepto que no lo era. Ese tanto contra Alemania fue algo único. Jensen pasaría años sin anotar un gol con el Arsenal. Graham había tomado conclusiones de forma ingenua con ese solo tanto famoso hecho contra Alemania. Un torneo es una pequeña muestra de partidos y momentos. Sin embargo, es percibido como una ocasión tan importante que los clubes han terminado dándole una relevancia excesiva.

Hasta el propio Sir Alex Ferguson cayó en la trampa. Antes de retirarse, el legendario técnico escribió: "Siempre fui cauteloso a la hora de fichar jugadores luego de óptimas actuaciones en torneos. Así lo hice en la Eurocopa 1996, cuando contratamos a Jordi Cruyff y Karel Poborskly. Ambos tuvieron excelentes apariciones en ese torneo, pero no llegué a recibir con ellos los dividendos que sus países disfrutaron ese verano... En ocasiones, los jugadores llegan muy motivados y preparados para los Mundiales o Eurocopas y después puede producirse cierto retroceso".

De hecho, el peor momento para fichar a un jugador es inmediatamente después que éste haya tenido una actuación estelar en un torneo importante. Todos los clubes han visto su calidad, por lo cual probablemente esté sobrevalorado, además de agotado y posiblemente saturado con el éxito.

Aparte de todo ello, un torneo representa un pequeño muestreo de partidos para basar en ellos una decisión tan onerosa. Si solo han visto el actual Mundial, se podría concluir que el colombiano Juan Guillermo Cuadrado fue mejor que Lionel Messi. El contexto también es importante. Nacer Chadli brilló en su encuentro contra Brasil, como parte de un excelente equipo belga al cual conoce de forma íntima. En contraste, son pocas las ocasiones en las cuales ha parecido ser jugador de clase mundial para los Spurs o el West Bromwich Albion.

Quizás un Mundial pueda revelarnos las cosas de las cuales un jugador es capaz. Pero ese hecho no es tan interesante. Lo que importa es el desempeño normal de un futbolista día tras día. Un torneo breve en circunstancias irrepetibles no nos mostrará eso. En 2010, luego que Asamoah Gyan tuviera un buen Mundial con la selección de Ghana, el Sunderland pagó la cifra de 13 millones de libras esterlinas, récord para el club, para hacerse con sus servicios. Un año después, le dejaron partir con destino a los Emiratos Árabes Unidos.

Gyan es uno de esos jugadores, al igual que Cuadrado o James Rodríguez, fichado por el Real Madrid tras su excelente Mundial 2014, que juega mejor para su selección nacional que con clubes.

A pesar de ello, tan recientemente como hace cuatro años, “el gran fichaje mundialista” seguía siendo todo un fenómeno. Antes de la Copa del Mundo celebrada en Brasil, nadie quería pensar en el arquero mexicano Guillermo Ochoa. Acababa de quedar en el foso de la liga francesa con el Ajaccio. Luego tuvo una pobre actuación con El Tri en los amistosos premundialistas. En una encuesta hecha por un periódico mexicano, los sondeados preferían de forma abrumadora a su rival Jesús Corona defendiendo el arco en la Copa del Mundo.

No obstante, Ochoa jugó y tuvo cuatro excelentes partidos. Firmó un muy lucrativo contrato con el Málaga, donde jugó por apenas dos años. Posteriormente fue dado en préstamo al Granada e impuso un poco apetecible récord en la Primera división española al tolerar 82 goles (aunque no todos fueron su culpa) y fue descendido nuevamente. Ahora milita con el Standard Liege en la liga belga. Aparentemente sigue siendo el mejor guardameta azteca, aunque ahora sabemos bien cuáles son sus límites en el fútbol de clubes.

Queda claro que comprar un jugador luego de un buen torneo, en ocasiones, puede tener sentido, siempre y cuando sus actuaciones a largo plazo así lo justifiquen. El arquero costarricense Keylor Navas tuvo el mejor promedio de atajadas por tiros al arco del Mundial 2014. Quizás haya sido más significativa su consistente actuación con el modesto Levante en la temporada previa, cuando tuvo el tercer mejor promedio entre tiros al arco y atajadas de las cinco principales ligas de Europa.

Demos al Real Madrid el beneficio de la duda y asumamos que lo ficharon por lo que Navas hizo con el Levante. Independientemente de los motivos, ha sido una adquisición rendidora para los blancos.

También hay que tomar en cuenta que la sorprendente carrera mundialista de Costa Rica, quedando a una tanda de penales de las semifinales en el Mundial de Brasil parece haber puesto de moda a los futbolistas con pasaportes costarricenses en el mercado de fichajes. El monto total de transferencias de jugadores de Costa Rica a nivel internacional ascendió de $922,000 en 2013 a aproximadamente $10 millones en 2014 según informes del Transfer Matching System (TMS) de la FIFA, departamento que supervisa las transferencias internacionales.

Sin embargo, los fichajes más astutos hechos después de los torneos intentan hacer el procedimiento opuesto a lo usual: Comprar a un jugador luego que un evento internacional haya desinflado su precio. Luego del Mundial 2014, el Barcelona pagó al Liverpool una cláusula de transferencia por 65 millones de libras esterlinas por Luis Suárez, quien se encontraba suspendido por recordarle al mundo su hábito de morder a otros.

Cuatro años después, el torneo apenas surte efectos en el mercado de fichajes. Claro que hay jugadores que han destacado aquí en Rusia (el francés Benjamin Pavard, el ruso Aleksandr Golovin o el azteca Hirving Lozano, por nombrar tres) en la mira de los grandes clubes. Sin embargo, es probable que tengan similar demanda sin la presencia del Mundial.

Los fichajes de torneos son una especie en extinción porque los departamentos de evaluación de los grandes clubes se hacen cada vez más profesionales. Los equipos tienen scouts a tiempo completo viendo hasta las ligas más modestas y existe software que analiza a diario nueva data de jugadores.

El agente de futbolistas argentino Horacio Patanian explica que los clubes “saben de antemano toda la información sobre los jugadores y sus aptitudes, destrezas, debilidades, precio en el mercado y estatus contractual”.